El miedo, ni se diga el pánico, lo olfatean los delincuentes, con mayor razón los integrantes de las bandas criminales, cuyos azotes tienen amilanados a la mayoría de ecuatorianos. Ellos, desde sus escondites, incluso a plena luz de día, planifican y actúan a mansalva, secuestran, extorsionan, roban, asaltan, activan explosivos donde quieran, balean unidades policiales; …



