“Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial” de la UNESCO
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, es la institución global que tiene como objetivo la consecución y vigencia de la paz en el mundo. La cooperación internacional, en los ámbitos de su competencia, es el camino para alcanzar esta meta planetaria.
La UNESCO es el escenario concebido para fomentar el diálogo de la civilización en busca del entendimiento mutuo. Nace después de las dos guerras mundiales que tuvieron lugar en el siglo XX, con la clara consciencia de que los acuerdos políticos entre los países no son suficientes para la construcción de una paz que se instaure y proyecte en el tiempo y, que es necesario, posicionar en el centro de las relaciones entre los pueblos no solamente al poder sino a la búsqueda de la comprensión recíproca.
Las reflexiones éticas sobre la vida en general, forman parte de ese escenario destinado al desarrollo de enfoques morales a ser aplicados en la sociedad. La UNESCO ha conformado grupos de ciudadanos representativos de todo el mundo que trabajan conjuntamente, analizando la realidad social del planeta, el desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones respecto a los problemas que provoca el calentamiento global y otros aspectos de la contemporaneidad que requieren de reflexión profunda para comprender el presente y construir un futuro más sostenible. Desde esa perspectiva, la UNESCO, aborda los diferentes momentos de la sociedad global y propone orientaciones éticas.
El gran tema de la inteligencia artificial, IA, o sistemas de tecnologías de procesamiento de información que integran modelos y algoritmos que permiten generar capacidades para aprender y realizar tareas cognitivas, predecir e incidir en la toma de decisiones mediante la modelización del conocimiento, la explotación de datos y el cálculo de correlaciones, fue estudiado a profundidad por la UNESCO que expidió la “Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial” el veintitrés de noviembre de dos mil veinte y uno, con ocasión de la 41 Conferencia General de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, realizada en la ciudad de París.
Esta Recomendación es un documento amplio y minucioso, de veinte y seis páginas, que contiene un Preámbulo y varios capítulos: Ámbito de aplicación, Fines y Objetivos, Valores y principios, Ámbito de aplicación política y uno final, Seguimiento y evaluación.
En el Preámbulo, ésta, como muchas otras declaraciones de organismos internacionales, utiliza palabras potentes como:
“Considerando” que las tecnologías de la IA pueden ser de gran utilidad para la humanidad y que todos los países pueden beneficiarse de ellas, pero que también suscitan preocupaciones éticas fundamentales, en relación a los sesgos que pueden incorporar y exacerbar discriminación, desigualdad, brechas digitales, exclusión y suponer una amenaza para la diversidad cultural, social y biológica, así como generar divisiones sociales o económicas.
“Reconociendo” que las tecnologías de la IA pueden agravar las divisiones y desigualdades existentes en el mundo, dentro de los países y entre ellos, y que es preciso defender la justicia, la confianza y la equidad para que ningún país y ninguna persona se queden atrás.
O, “consciente” de que todos los países se enfrentan a una aceleración del uso de las tecnologías de la información y la comunicación y las tecnologías de la IA, así como a una necesidad cada vez mayor de alfabetización mediática e informacional.
Para el análisis de los distinguidos lectores, reproduzco textualmente las dos recomendaciones generales de este documento internacional:
“Recomienda que los Estados Miembros apliquen, de manera voluntaria, las disposiciones de la presente Recomendación mediante la adopción de las medidas adecuadas, en particular las
medidas legislativas o de otra índole que puedan ser necesarias, de acuerdo con la práctica
constitucional y las estructuras de gobierno de cada Estado, con el fin de dar efecto en sus
respectivas jurisdicciones a los principios y normas enunciados en la Recomendación, de
conformidad con el derecho internacional, incluido el derecho internacional de los derechos
humanos;
Recomienda también a los Estados Miembros que hagan partícipes a todas las partes
interesadas, incluidas las empresas, para asegurarse de que desempeñan sus respectivas
funciones en la aplicación de la presente Recomendación y que señalen la Recomendación a la
atención de las autoridades, organismos, organizaciones universitarias y de investigación,
instituciones y organizaciones de los sectores público, privado y de la sociedad civil que
participan en las tecnologías de la IA, para que el desarrollo y la utilización de esas tecnologías
se guíen tanto por una investigación científica sólida como por un análisis y una evaluación
éticos.”
Se desprende de los textos transcritos la responsabilidad -en nuestro caso- del Estado ecuatoriano de tomar las medidas necesarias, sobre todo las legales para regular el uso de las tecnologías de la inteligencia artificial, respetando el derecho internacional público y los derechos humanos. Esta aproximación institucional al problema moral de la convivencia, se relaciona con mi última publicación -en este mismo espacio- referente a los roles de la ética y del derecho, confirmando que el ámbito jurídico es la instancia de mayor importancia para la adecuada vida en sociedad.
También se manifiesta la exigencia ética y jurídica de la necesaria participación en los procesos relacionados con la utilización de los sistemas de inteligencia artificial, de todas las partes sociales interesadas que, en definitiva, somos los individuos que integramos la sociedad.
Otro aspecto tiene que ver con la educación cívica y la formación moral de toda la población a efectos de que la utilización de esta nueva herramienta no esté al servicio de intereses contrarios al bienestar colectivo y sí al de la vida en todas sus manifestaciones. También en el ámbito de la educación, es preciso trabajar en la formación tecnológica, para evitar que las brechas en este tipo de conocimientos se agranden y contribuyan a profundizar las ya inmensas diferencias entre quienes acceden fácilmente al mundo virtual y quienes nunca lo han hecho o lo hacen precariamente, porque se encuentran en los márgenes del mismo.
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa que puede, como todas las otras, ser utilizada para beneficio de la humanidad, como también puede servir a intereses de dominio, control y aprovechamiento. Como país, debemos trabajar en un gran proyecto nacional que convoque a todos los actores sociales para alcanzar una adecuada compresión de los sistemas de inteligencia artificial y de sus posibilidades positivas y negativas, con el fin de utilizarlo para el fortalecimiento del conocimiento y el mejoramiento de las condiciones de vida de todos.