¿Para qué trabajar?

Karina Elizabeth López Pino

Quizá para realizarnos como seres humanos, ser productivos, servir a los demás, hacer lo que nos apasiona, disfrutar de esa adrenalina de lo que significa cumplir metas; dejar una huella, un nombre, una marca personal. Aportar al desarrollo local y nacional, recibir un sueldo,  o simplemente para ejercer la profesión. Estimados lectores, ustedes elijan la respuesta más cercana a su realidad.

Con profunda tristeza y preocupación he observado que una mayoría de funcionarios y funcionarias con años de nombramiento o puesto  “seguro” no están interesados en dar lo mejor de sí. Viven en una zona de confort que para una ilusa apasionada del trabajo resulta imposible hacerlos reaccionar.

Moraleja… No se puede transformar un equipo de trabajo  que está enseñado a dar poco, que funciona como Pedro por su casa, que está adicto al chisme de pasillo, de esos golpes bajos para escalar sobre la cabeza del otro. Cuando son mayoría y el tiempo juega en contra no  son suficientes las buenas intenciones y la ilusión de cambiar el entorno, el cantón, la ciudad o la provincia simplemente porque el sistema en sí, tiene sus propias limitaciones. Entonces, queda claro que los “flojos”, los no “profesionales” no son culpables  de ganar un sueldo sin merecerlo; el responsable de todo es el sistema que tiene fallas y nadie hace nada para cambiarlo.

Reconozco que prefiero ser tan ilusa para esperar que los profesionales y esos valiosos hombres y mujeres trabajadores en su rol de obreros, empleados e intelectuales podamos aportar al desarrollo de nuestro país, tan único y encantador cuyo mal es la mediocridad y ociosidad de su gente.

Me quedo con el consejo sabio del anciano que precisa la importancia de no robar las horas del día y eso se consigue con valores, autodeterminación y sobre todo conciencia.  (O)