Puñete, patada y bala

Santiago León Cabrera

La verdad, es que ya no hay de qué asombrarse. El caos, la inseguridad, el desorden, la venta de drogas, es común en la Feria Libre. La central de abastos más grande de Cuenca es tierra de nadie. Ahí las bandas manejan todo. Tienen tarifa para los puestos, aplican la vacunita, uno que otro sobornito y no ha pasado nada. Los comerciantes pasan amenazados por los mandamases y cuidado con reclamar porque hay palo.

Las autoridades municipales han tratado de organizar uno de los puntos más calientes de la urbe, pero los resultados están a la vista. En un último hecho, sujetos se enfrentaron a bala. Por suerte, no afectó a ninguna caserita que va a la Feria Libre a hacer sus compritas.

Este mercado toda la vida ha sido un lunar en medio de la ciudad. Cada uno se apodera de una esquina y no hay quién les mueva. Si tratan de hacerlo ya saben cómo les va. Algunos alcaldes han tratado de ordenar los puestos improvisados que se instalan, pero con el tiempo y las aguas nuevamente vuelven a tomarse esos espacios.  

Usted allá tiene que ir sin celular, anillos, aretes o cualquier objeto de valor. No de “papaya” para que los pillos le hagan un festín. Si va en su camioneta no ponga las compras en el balde, en cada semáforo hay un sapo que tratará de llevarse sus papitas o lechuguitas. Tampoco piense en dejar alguna cartera o mochila dentro del carro porque en menos de un parpadeo le romperán el vidrio para llevarse sus bienes.  ¡Qué dolor de cabeza!

Si va en bus póngase las pilas. En las paradas hay carteristas al acecho. Se confunden entre la gente para meterle mano al bolsillo y llevarse las billeteras, celulares o cualquier cosa. Mientras usted esta elevado en algún temita, capaz que ya le robaron.

En fin, veamos qué plan de seguridad ejecutan para recuperar esta zona en la que las calles queman y no hablan. (O)