Roosevelt, la avenida de la gastronomía ecuatoriana en Queens

Docenas de ecuatorianos recorren la avenida Roosevelt, ya sea para comprar o para dirigirse a sus casas en Queens. FOTO Andrés Mazza

Un mercado grande. Un sitio para estar cerca de Latinoamérica. Un lugar al que muchos quieren ir y al que no todos quieren volver. Una zona en donde el español es la lengua madre por excelencia.

Faltan adjetivos para caracterizar a la Roosevelt, la avenida de los inmigrantes que divide a Queens, New York, y que en el último lustro se ha transformado en un espacio de encuentro y reencuentro comercial.

Hasta hace unos veinte años, los alrededores de la avenida Roosevelt eran residenciales. Por ese entonces era rarísimo mirar a comerciantes sobre las aceras o negocios conformados por productos propiamente latinoamericanos.

La música en español no resonaba en las calles. Los dialectos que se escuchaban fuera de las casas de Queens eran, sobre todo, de los chinos, de los italianos.

Pero, de a poco, los latinoamericanos empezaron a hacer suyos los barrios de Queens, el distrito que, según estimaciones de la Oficina de Censo de los Estados Unidos, hasta el 1 de julio de 2022, tenía 2,278,029 millones de habitantes. De ese número, se cree que el 28.2% es de origen latino o hispano.

Y así como empezaron a poblar los barrios de Queens, los latinoamericanos empezaron a tomarse la avenida Roosevelt, incluido los ecuatorianos.

Gastronomía ecuatoriana

¿Quieres sentirte cerca de Ecuador? Anda a la Roosevelt, entre la calle 104 y Junction Boulevard, dicen los ecuatorianos que están radicados o están de paso por New York.

En Queens, cada grupo poblacional se ha ido tomado distintos sectores para ambientarla con sus costumbres, con sus productos, con su dialecto. Hay espacios en los que uno escucha a los mexicanos, a los colombianos, a los venezolanos.

Y, por supuesto, hay espacios en los que un ecuatoriano reconoce a otro ecuatoriano. Sus facciones, su modo de hablar y los dichos los delatan. Pero, además de eso, lo que le delata es su gastronomía particular.  Y precisamente su comida es la que se muestra en la Roosevelt. Es su carta de presentación ante la diversidad étnica de Queens.

En ningún otro lado de New York, a menos que sea un espacio particular habitado por ecuatorianos, se va a encontrar con un chancho horneado al aire libre, o con una salchipapa, o con tripa mishqui.

“Este espacio es para reencontrarnos con nuestros compatriotas. Muchos vienen a probar la sazón ecuatoriana. Se ponen felices porque de alguna manera están cerca de su país”, dice Mercy Vaca.

Mercy es una cuencana que llegó a New York hace seis meses. Y lo que hizo fue buscar un trabajo en la Roosevelt, en donde lo encontró en un carrito dedicado a vender hornado. Allí, cada día, pero principalmente los fines de semana, los ecuatorianos se reúnen a comer.

Si había dudas de que la comida une, en la Roosevelt se las despejan. Basta caminar para encontrarse con los platos típicos de la Sierra, Costa y Amazonía. Por un lado están los choclos y las habas, por otro está la fritada y el sancocho. Más allá están los ceviches y los asados en carbón.

Los ecuatorianos tienen para escoger porque los inmigrantes encontraron en la gastronomía un negocio y un imán que atrae a aquellos que dejaron Ecuador atrás.

“Acá no se viene a pasear, acá se viene a trabajar, y esto es lo que nosotros hacemos para ganarnos la vida y encontrarnos con los ecuatorianos que llegan acá, buscando de alguna manera acercarse al Ecuador por medio de la comida”, opina Lourdes Pérez, una cuencana que desde hace 14 años vende hornado, morocho, llapingachos.

A su carrito, día a día se asoman docenas de ecuatorianos, tanto los que llegaron de manera informal, como los que llegaron formalmente. Porque eso provoca la Roosevelt: una cobija para los que no pueden regresar a Ecuador y curiosidad para aquellos que solo están de paso.

Rechazo a los comercios

La Roosevelt no solo es un lugar de evocación. También hay cierto rechazo de las personas que llegaron hace más de dos décadas y conocieron a la avenida de otra manera: sin tanto negocio formal e informal, sin tantos vendedores tomándose las aceras, sin el bullicio exagerado.

Y es que la Roosevelt tuvo una transformación en medio de la pandemia provocada por la COVID-19. Antes de la pandemia, la policía, de alguna manera, controlaba que los vendedores de las aceras tuvieran permiso.

Sin embargo aquello cambió cuando los inmigrantes empezaron a quedarse sin trabajo. No les importó salir a las calles a vender sus productos porque el estómago no aguantaba.

En medio de eso los controles cesaron y los habitantes de los alrededores de la Roosevelt se tomaron las aceras, así como Corona Plaza, un espacio que se emplaza en Corona, Queens, un barrio en donde viven miles de ecuatorianos. 

Y entonces el desaseo, el desorden y la bulla aumentó considerablemente en la Roosevelt. Ante esa realidad, por un lado los vendedores informales defendieron el espacio público, y, por el otro, los habitantes de Queens empezaron a quejarse de la transformación.

En medio de lo que aparentemente estaba bien y estaba mal, la policía retomó los controles hacia finales de julio de 2023, y las aceras de la avenida Roosevelt y Corona Plaza volvieron a vaciarse.

Aun así, a pesar de los controles, los inmigrantes se han unido para solicitar los permisos de trabajar en una avenida que innegablemente se convirtió en el espacio que los mantiene lo más cerca de Latinoamérica. (I)