Atajos de una poética irreverente

Aníbal Fernando Bonilla

Los rasgos de la lírica expuesta por Euler Granda (Riobamba, 1935-Portoviejo, 2018), se enmarcan en un torrente sarcástico de las cosas y los sentires, en donde la realidad aflora como fórmula contrapuesta entre metáforas y pleonasmos. Con gravitante agudeza, este reconocido vate afiló cuchillos para diseccionar dolores y padecimientos, y reinventar con un tono coloquial los sobresaltos e intimidades de la especie humana.

La desnudez de la vida se exhibe en los versos de Granda, en donde el agitado mar, la carencia del pan, la desidia de la gente, el último suspiro del mendigo, el insomnio del enfermo, el atardecer de las calles desoladas, la eternidad del fuego y de los siglos, la espera del mañana, el despojo de las ilusiones marchitas, el llanto del suicida, la alucinación de los sueños incumplidos, el contagio de la amnesia colectiva, el placer del muslo y la entrepierna ajena, la borrachera que esconde los fracasos, se asocian entre sí. Uno de los ejes poemáticos de Granda fue el sustento amatorio. De tal connotación temática consta la antología denominada Atajos de otra piel (El Ángel Editor, Quito, 2013), de la colección Monstruos.

En el prólogo, Julia Erazo Delgado sostiene que las aristas versales del autor citado “suben y bajan las cuestas de los asuntos sociales, gritos de guerra se escuchan en cuanto se entreabren sus libros, sus poemas hablan de la injusticia, expresan su hastío de la sociedad que le tocó vivir, su hastío de la política que le tocó vivir, de las ciudades que le tocó vivir, de la vida y de la muerte que le tocaron vivir… Y, ahí también, el sexo que le tocó vivir, la exploración, el placer y el amor”.

De esa huella que le dejó el amor a Granda, extraigo lo siguiente: “Para qué más rodeos, / me voy y llevo en la maleta / tus caracolas tenues, / la sonrosada espuma de tus manos / y tu océano sembrado de veleros. / Dejo / en tu playa mojada por el viento / estos resecos versos / goteando lágrimas de arena”.

Y como final: “Sobre el segmento helado de mi ser/ pones lo tibiecito / de tu alma color viaje. / Tú eres el pozo de agua en que me ahogo, / el ansiolítico/ que me saca a la orilla”. (O)