Adiós Dr. Pepito…

Francisco Chérrez Tamayo

Nuevamente, la Ciudad de Cuenca y el Hospital Santa Inés, están de luto, porque acaban de perder a un hijo ilustre, un insigne profesional, formador de muchas generaciones de médicos, y socio fundador de esta querida Institución. El Dr. José Neira Carrión, llegó a la ciudad en la década de los 70, realizando su especialidad en Gineco Obstetricia, en Montevideo, Uruguay. Cómo olvidar a un hombre que fue una entelequia en la vida; no fue solo nuestra imaginación, fue un ser humano verdadero, que nos inculcó valores y principios, que desgraciadamente hoy en nuestra profesión se van perdiendo. Siempre mantuvo una vida diáfana, pulcra, transparente, solidaria, alejada de intereses mezquinos; llena de amor a su hogar, a su familia, a su profesión, a sus colegas y pacientes. Seguro que esas personas con esas virtudes nunca mueren, solo se adelantan para juntarnos en el más allá. Erich Fromm anuncia en uno de sus tratados “No es más rico quien más tiene, sino quien más comparte”, y el Dr. Pepito, como cariñosamente se le conocía, fue el prototipo de ese personaje, porque nos compartió su sabiduría, sus enseñanzas y su amistad, con abnegación, honorabilidad y transparencia. Más que maestro y profesor, fue un verdadero guía de sus alumnos y colegas; hizo de la medicina un apostolado, obrando siempre con principios probos y morales; jamás pasó por su mente la proterva idea de la ambición desmedida, peor el abusar o enriquecerse a costa del dolor humano. Fue una suerte ser su alumno y amigo; era dueño de una vasta cultura general, muy versada en arte, cultura, literatura, música, deportes, etc. Conversar con él fue muy placentero y enriquecedor, su palabra fluía cariñosa,  versátil y convincente. Realmente tenemos una deuda impostergable frente a su memoria, porque nos deja un legado muy difícil de emular, y un vacío que no podemos suplantar. La vida se encargará de hacer que siempre le recordemos con cariño y respeto, ya que cuando un alma es noble, los recuerdos son imperecederos, las vivencias se perennizan y el tiempo jamás olvida.  Aceptemos su partida, mientras nos quedamos a contemplar el mundo, creciendo también dentro de su alma. A nombre del Hospital Santa Inés, reciba su esposa Laurita, sus hijos y demás familiares, nuestro profundo pesar por su partida. Paz en su tumba… (O)