¿En verdad le sorprende?

Andrés F. Ugalde Vázquez / @andresugaldev

El problema con la violencia ¿sabe usted?, es que comienza siempre por la ambición. Y sí, la verdad sea dicha, la tendencia por favorecer a las rancias oligarquías, no es nueva y se puede rastrear hasta el correísmo, donde (sí allí también), los grandes grupos económicos obtuvieron gigantescas ganancias aún y a pesar de una retórica populista que, en la práctica, nunca los enfrentó.

Sin embargo, lo que vendría después bajo la figura de Guillermo Lasso, llevó esta vieja práctica a los límites del absurdo. Un gobierno enfermo de ambición que no tuvo reparos en desangrar las reservas internacionales que, según se ha denunciado, fueron a dar a las arcas de la banca privada. Una administración que gobernó para poner el Estado, sin restricciones ni medias tintas, total y completamente en las manos de las grandes corporaciones financieras, poblando su gabinete de personajes con claros vínculos empresariales, traídos exprofeso para proteger los intereses de un minúsculo grupo que se enriqueció delirantemente, mientras el pueblo, sumido en la peor ola de violencia de su historia, sangraba en las calles y se sacrificaba en el altar del vil metal (mucho me temo que el candidato finalista, heredero del imperio bananero, sea un caso análogo).

¿En verdad nos sorprende, entonces, este país desgarrado por la lucha entre las bandas que se disputan el botín en la tierra de nadie? ¿En verdad nos sorprende que los muertos en las calles crezcan a un ritmo de paliza que supera el 60% cada año? ¿Qué seamos, hoy por hoy, el país más violento de América a un ritmo de 18 homicidios por día, con más de 6.000 vidas segadas en lo que va del año?

No, no debería sorprendernos, porque la violencia es hija de la injusticia. Y mientras las élites económicas sigan enriqueciéndose a costa de la inversión social, el pueblo, desesperado, saldrá a ganarse el pan con un cuchillo entre los dientes y el vacío de Estado será llenado por el crimen organizado. ¿Es que sabe Usted? En lo que respecta al dinero, hay algo paradójico, tanto su abundancia como su escasez conducen al crimen. (O)