El trabajo de la empresa con la comunidad; la fórmula para los cambios positivos

María Teresa Rodríguez, Coordinadora de Progresión Social y Relaciones Externas de Dundee Precious Metals

La presencia de las empresas en las diferentes localidades de un país tiene un impacto positivo en lo económico y social. Como se sabe, estas generan empleos, activación del comercio, generación de bienes o servicios, y más.

No obstante, el aporte puede ir más allá cuando establecen un plan de responsabilidad social participativo para las comunidades de las zonas en donde operan. Con lo cual, pasa de ser solo una empresa a ser un agente de cambio y de transformación en la vida de las personas.

Como experta en relaciones comunitarias he estudiado cómo el firme compromiso de las empresas a largo plazo puede aportar para combatir problemas sociales y estructurales como la pobreza, la desnutrición infantil, el analfabetismo, el cambio climático, entre otros. Existen casos emblemáticos en los cuales se ha demostrado que la colaboración privada con el Estado y los gobiernos locales ha sido efectiva para llevar a cabo proyectos y programas sociales.

En el sector minero ecuatoriano hay varios casos, en los cuales su intervención ha generado acciones sostenibles y programas de largo alcance que han potenciado la reducción de la pobreza de manera sostenida, como es el caso del proyecto a gran escala Fruta del Norte que redujo entre 2019 y 2021 en 13% este índice de manera sostenida en su zona de operación.

Esto representa un hito fundamental en el desarrollo del país si consideramos que este proyecto está asentado en la amazonía, una de las regiones más pobres del país.

Esta mentalidad empresarial orientada a la prosperidad compartida con las comunidades es también la que caracteriza al proyecto minero Loma Larga. En los 20 años de vida del proyecto, ahora operado por Dundee Precious Metals, se está aportando para enfrentar algunas problemáticas propias de las zonas rurales de la provincia Azuay: la pobreza, la migración y la falta de acceso a la educación, pero además está aportando para la equidad de género.

En Loma Larga, hemos logrado crear y asentar capacidades de emprendimiento, de servicio, de mejora productiva y más. Esto ha sido de manera sostenida e ininterrumpida en estos años. Como resultado, decenas de hombres, mujeres y jóvenes han apostado a quedarse en sus comunidades y no migrar a las grandes ciudades. Con lo cual se protege y mantiene viva la dinámica económica y social de las localidades, evitando más “ciudades fantasma”.

En cuanto a educación, hemos buscado que personas adultas y jóvenes mayores de edad puedan culminar su bachillerato y después accedan a la educación universitaria o técnica. Sabemos que la educación desempeña un papel fundamental en la lucha contra la pobreza porque empodera a las personas, les brinda oportunidades y les permite tomar el control de su futuro económico.

En Loma Larga, buscamos convertirnos en un agente de cambio positivo que genere mejores condiciones de vida a las comunidades, pues creemos que existen las capacidades locales. Hemos trabajado con este compromiso, y continuaremos firmes en ello, pues este proyecto busca el beneficio de todos a través de la investigación, el respeto y la innovación. (O)