Arrancó el presidente Noboa

Gerardo Maldonado Zeas

La posesión de Daniel Noboa fue de tiempo corto, pero llena emociones. El joven presidente llega con una popularidad del 75 %, porcentaje alto que refleja la esperanza del pueblo ecuatoriano, abatido por tantas desgracias, sobre todo la inseguridad y la falta de empleo.

Su discurso de 7 minutos reflejó que él no es de muchas palabras, pero su llamado a la unidad, a trabajar en equipo con las otras funciones del Estado, caló hondo en los ecuatorianos. Su gabinete está lleno de figuras nuevas, la mayoría son “milenials”, y destacan un gran número de damas. La juventud tiene conocimiento, aunque podría carecer de la experiencia necesaria para manejar el aparataje público que tiene sus vericuetos y es en donde se traban las decisiones. El liderazgo suele en la vida real, compensar la falta de experiencia puntual, por lo cual deberán asesorarse muy bien para no descarrilarse.

Dos leyes urgentes en temas tributarios y energéticos enviarán a la Asamblea Nacional (AN) con el carácter de urgente, luego de que se declare el estado de excepción “debido a la situación económica que vive el país y el impacto del fenómeno de El Niño”. Será el momento para probar si en la práctica existe la predisposición de los aliados de la RC y PSC para apoyar al presidente; veremos si los discursos y buenos deseos expresados en estos días previos a la posesión, son reales en la práctica.

Cuando la asamblea eligió a Henry Kronfle con los votos de casi la totalidad de los asambleístas, se leyó entre líneas la necesidad de cortar las rivalidades ideológicas, que han dividido al Ecuador de manera radical. No se confundan han dicho los seguidores de Daniel Noboa, a quienes creen que esta coalición permitirá la impunidad; bien por esta declaración, los resentimientos y diferencias deben de zanjarse, pero honrando la gestión pública.

Un tema de análisis es el notorio distanciamiento de Noboa con la vicepresidenta Verónica Abad. Algo pasó desde la campaña que molestó al presidente, y ahora la indiferencia es inmensa. Por el bien de la nación, para realmente fomentar la unidad, y la cohesión de los mandatarios, deberían limarse las asperezas porque se van a necesitar mutuamente para recuperar, en el poco tiempo que tienen, a un país en cuidados intensivos.

Deseamos desde esta columna, el mayor de los éxitos al joven mandatario. Creemos en su honradez, y los títulos que ha conseguido con su esfuerzo académico de toda la vida, son un aval fuerte para garantizar una parte muy importante de su gestión. La otra parte se conseguirá escuchando a quienes más conocen de los intrincados problemas de la gobernabilidad, porque es irrefutable que el saber y la sabiduría son complementos básicos para alcanzar el éxito. (O)