Religioso y Pagano

Tania Durán Suárez

En espera de la Navidad, nos afanamos por preparar los ambientes y venerar los nacimientos. Para los cristianos, el nacimiento de Jesús.

Aunque en la Biblia no hay una fecha exacta del nacimiento de Jesús, sí existe un texto escrito en Roma en el año 354 D.C. que dice: “El 25 de diciembre Cristo nació en Belén de Judea”.

En el mismo siglo, en la Italia de Constantino el Grande, había un evento en el que se conjugaban el solsticio de invierno con las festividades paganas Saturnales, que eran parte de una celebración ancestral romana de invierno; en donde, las familias se reunían para decorar sus hogares con regalos, luces y comida en honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha.

Los romanos vincularon las dos celebraciones y así nacen las festividades navideñas, que inician el 8 de diciembre con el jubileo cristiano a la Inmaculada Concepción y terminan el 6 de enero con las ofrendas de los Reyes Magos.

En Ecuador, coincide con la llegada del “veranillo del niño”, fenómeno que influye en el clima normalmente lluvioso, regalándonos días calientes y soleados.

Y en Cuenca, la Navidad es un homenaje a la inocencia del Niño Jesús, con el ritual de las pasadas coloridas y enconfitadas, que llenan los balcones de fieles y de alegría las calles adoquinadas. “Con una mezcla entre lo ancestral andino, colonial y occidental”, el Pase del Niño Viajero, es la manera simbólica de los cuencanos para expresar al mundo el espíritu de solidaridad que nos caracteriza.

Por lo tanto, la historia nos demuestra que la Navidad une lo religioso y lo pagano para celebrar la magia de la vida; mientras reverenciamos con esperanza la memoria colectiva del pasado. (O)