Viva el carnaval, muera el cuerpo

Édgar Plaza

Las fiestas de la carne, carnaval, en la que no hay límite para la bebida, la comida y los desmanes y por ello perjudicial para el cuerpo y el conglomerado. El consumo del cerdo, común durante el año, se acrecienta en estos días.

   Los animales encargados de la limpieza del entorno en el que vivimos, son acuáticos, aéreos y terrestres. Viven de los desechos y su procesamiento hace que haya un renacimiento de las cosas de acuerdo al universo en el que vivimos: creación y destrucción; adelanto y retroceso; ruina y progreso; caída y ascenso.

   El libro sagrado del jesucristianismo católico y protestante, la Biblia, prohíbe tácita y explícitamente, el consumo de estos animales, aunque nadie hace caso y con seguridad ni los mismos que lo escribieron.

Explicación científica no dan, como es dable suponer, simplemente lo prohíben y ya. La concha, el cangrejo, el camarón, el bagre (cerca de los navíos de diversión o de guerra pululan a la espera de la suciedad que lanzan al mar y de eso viven), ante todo son los “limpiadores” del agua.

Toman la basura y la degradan hasta que sirve de abono para el nacimiento de nuevos alimentos. Algo igual ocurre con los otros limpiadores terrestres como el cuy, la rata y el cerdo.

En los países musulmanes a este último no lo consumen porque lo consideran un animal impuro. El comercio de su carne es prohibido y por tanto no es negocio comerciarlo. Lamentablemente una vez que están en Occidente, los orientales devoran el cerdo sobre todo si tienen frente el famoso y oneroso jamón serrano de España.

   La reacción del cuerpo humano al consumo de estos animales es enmarañada y espinosa como la que ofrece frente a la leche y sus derivados. Los practicantes de la medicina tradicional química a veces a sus pacientes prohíben el consumo del cerdo, hasta que la dolencia sea superada. Después ya la autorizan, al fin y al cabo, de los enfermos viven y mientras más y constante sea, mejor.

   No siempre, es más, nunca, lo fácil es bueno ni sabroso lo sano.(O)