No, no hablo de la agenda que recibió Mayra Salazar, la comidilla de la farándula ecuatoriana, cuya temática de trend tiktokero saltó a titular de noticiario, no precisamente por su valor noticioso sino por ser atrayente de audiencias. Eso que los expertos youtubers llaman “clickbait.”
Tampoco me refiero a la agenda que ha propuesto la Fiscalía durante estos últimos meses. Las amenazas de juicios políticos que recibió la Fiscal Diana Salazar activaron las mejores defensas que se conocen en política. Las imágenes en redes sociales han estado dominadas por allanamientos, testimonios, chats publicados y posts de acusaciones y hashtags que se cruzan como flechas entre diferentes bandos de la arena política. Ningún juicio todavía, pero ya la opinión pública ha decidido culpables a partir de los encuadres que los medios de comunicación han decidido narrar.
En este escenario, vilmente mediatizado, ingresa la agenda gubernamental. Con una consulta popular en camino, el presidente Noboa tiene la urgencia de mostrar resultados en seguridad para no comprometer el apoyo a su proyecto político. El operativo en Socio Vivienda, la visita sorpresa al túnel en la cárcel de Turi, aunque sea una media verdad, son escenarios “instagrameables” para cumplir con el espectáculo político que tenga el atractivo suficiente para conquistar el algoritmo de las redes y de paso los titulares en los medios, aunque con ello evapore su credibilidad.
Esta agenda mediatizada oculta la verdadera preocupación de la ciudadanía, aquella que sólo se conoce cuando se pregunta la opinión de todos y todas. Cuánto más le costará la gasolina, cómo afectará al bolsillo las compras que necesita. Qué está pasando con los nuevos cortes de luz. Cómo salir a fin de mes si no se consigue trabajo. Podrá conseguir un cupo en la universidad. Cómo estará la carretera a Guayaquil. De esa agenda, nadie se hace cargo. (O)
