Ser razonables

Hernán Abad Rodas

La violencia ha usurpado el lugar que le corresponde al debate político serio y razonable, la agresión verbal está en contra de las ideas, y las calumnias a la orden del día reemplazando al pensamiento racional; situación extremadamente negativa que obliga urgentemente a una reflexión profunda que induzca a una renovación interna en la forma de actuar y de pensar de nuestros gobernantes y por qué no decir de cada uno de los habitantes de nuestro querido y sufrido ecuador.

Hay claramente una distinción entre pensamiento lógico y pensamiento razonable, que se puede expresar también como diferencia entre el pensamiento académico y el poético. Tenemos buena cantidad de pensamiento académico, pero hallamos muy pocas muestras de pensamiento poético en el mundo moderno.

La actual crisis de valores éticos y morales en la que vivimos inmersos, hace sumamente deseable una forma regenerada de pensar, necesitamos tener un pensamiento más poético y filosófico que nos haga ver la vida firmemente, y verla toda. Ya nos advierte James Harvey Robinson: “algunos observadores cuidadosos expresan una convicción muy fundada: a menos que el pensamiento sea elevado a un plano muy superior al de ahora, es inevitable un gran revés para la civilización”.

En la esfera de la política hay algo terriblemente inhumano, en la lógica de la mente de los hombres, la cual está cargada de fanatismo. El resultado es una confusión de valores, una rara mescolanza de la política con la antropología, del arte con la propaganda, del PATRIOTISMO con la ciencia, del gobierno con la religión y, sobre todo, un trastorno completo de la debida relación entre los derechos del estado y los del individuo.

 Hemos matado el “alma”, pero hemos creado muchos lemas sociales y políticos, que tiranizan nuestros pensamientos. Se ha procedido a transformar al estado en un monstruo que se traga al individuo; y al individuo en otro monstruo que deglute al estado; “triste destino de la humanidad bajo esta forma de pensar y de actuar”.

Seamos razonables, porque el espíritu razonable humaniza todo nuestro pensamiento y nos hace estar menos seguros de que siempre estamos en lo correcto; además tiende a redondear nuestras ideas y a atenuar los ángulos de nuestra conducta.

Lo opuesto del espíritu razonable es el fanatismo y el dogmatismo de todas las clases; en el pensamiento y comportamiento en nuestra vida individual o nacional, en el matrimonio, la religión, la política etc.

La historia toca otra vez nuestra puerta. Es el momento del diálogo, la reflexión y el aprendizaje histórico. (O)