Naturaleza impredecible

Cuenca soportó durante más de cien días una sequía letal.

No llovía en las cuencas hidrográficas de las cuales se alimentan los ríos, afluentes del gran Paute cuyo caudal es el motor hidroeléctrico del país.

Eso derivó en la suspensión del servicio de energía eléctrica en los últimos meses de 2024, con un breve alivio en el primer trimestre de 2024, pero recrudecido en estas últimas semanas.

Para un ministerio de Energía puesto contra la pared por los apagones, en algunos casos hasta de ocho horas diarias, y, por consiguiente, para un Gobierno asustado y sin mayor margen de maniobra ante la emergencia y la ira colectiva, buscando culpables hasta en su propio seno, las lluvias eran la salvación.

Las condiciones climáticas cambiaron y con ellas sobrevinieron las lluvias. Las represas del complejo hidroeléctrico Mazar, Paute y Sopladora, han vuelto a llenarse, y con ello la decisión ministerial de suspender la energía durante la presente semana.

Ante la intermitencia de la central Coca-Codo-Sinclair, peor la de las térmicas, la salvación es Paute.

Si no llueve en las cuencas hidrográficas del Austro, ni pensar en la normalización del servicio eléctrico.

Pero así como se clamó, las lluvias llegaron con fuerza inusitada este fin de semana. Estuvo a punto de desbordarse ríos como el Tomebamba.

Aluviones de magnitud bloquearon el tráfico vehicular en la vía Cuenca-Molleturo-Puerto Inca y otros accesos pequeños. Incomunicaron a varias comunidades de la parroquia Sayausí, más la necesidad de reubicar a algunas familias cuyas casas están en riesgo.

Es lo impredecible de la naturaleza en Cuenca, rodeada de páramos como El Cajas, lugares privilegiados donde nace el agua para el ser humano, la actividad agrícola y, entiéndase bien, para producir energía eléctrica.

La emergencia puso a trabajar al unísono a las entidades públicas. Activaron el COE Cantonal para diseñar actividades encaminadas a enfrentar las consecuencias de las lluvias torrenciales.