Lo que ocurre en mayo

Vivianna Bernal Estrada

Lo que ocurre el segundo domingo de mayo es expresar con gran ponderación y en un solo día lo equivalente a ser madre. Las flores acompañadas de tarjetas con cautivadores mensajes, los serenos que en melódicas rimas expresan el sentir de sus hijos, los encuentros familiares que rinden homenaje al hermoso rol de la maternidad y en sí, todo el contexto del tan anhelado día de las madres, reafirman que somos lo que somos gracias a un ser excepcional, irremplazable y único, imposible de olvidar.

Escuché a una colega de lucha social decir que las mujeres somos fuentes de vida y es que es así, sin desmerecer a nadie, una madre es cobijo, es consejo acertado, es calidez de hogar y es aroma a dulzor, pero es, sobre todo, aquella magia y soberbio misterio que aun siendo adultos no podemos descifrar.

La conexión de un hijo con su madre permite descubrir el verdadero amor, ese amor intacto a primera vista que con el tiempo se ancla cada vez más en tu ser, es el privilegio de recibir sin favor a cambio el don de la bondad, de la compasión, de la unión, de la aceptación e incluso, del perdón. ¡Solo un vínculo con esa fuerza de consanguinidad lo puede lograr!

Ser madre traspasa un esquema de reproducción, es la decisión más altruista de decidir serlo. Gracias a mi madre por haberme legado lo de mejor de ella y gracias a mis hijos por hacerme madre para ellos. (O)