Ecuador sigue siendo bello

David G. Samaniego Torres

Los días de esta semana son propicios para pensar en la Patria, para saber si la amamos, si nuestro amor pasa de las palabras a los hechos.

Hoy se cumple un mes del fallecimiento de mi cuñado Nelson Robelly Lozada, un hombre que amó al Ecuador de palabra y con su trabajo, honesto y productivo. Por este motivo escribo desde Quito. La altura ya no me trata muy bien, pero con la ayuda del Creador lo imposible se torna factible. La vida tiene sus cánones y el corazón su mandato.

Viajar de Guayaquil hacia Ambato, por Guaranda, es recomendable por algunos aspectos que comparto con ustedes. Si alguien viaja adecuándose a esta recomendación, que nos cuente luego cómo le fue. Al grano entonces.

Babahoyo-Montalvo-Balsapamba-Guaranda. El encuentro con la naturaleza es maravilloso. Cultivos de arroz, cacao, banano y algo más, llenan la explanada antes de Montalvo. De aquí hasta Guaranda ustedes disfrutarán de cómo trabajan la tierra sus moradores. Casi no existe pedazo de terreno (ladera, pendiente o explanada) que no esté cultivado hasta Guaranda; podemos decir que la provincia está forrada de maíz.

Si viajan les sugiero hacerlo con los ojos bien abiertos y con ganas de conocer la naturaleza para poder amarla. En San Pablo venden choclos asados: una delicia para saborear parte de la producción de la provincia. El paisaje es multicolor, sorprendente.

Guaranda tiene una larga historia de presencia cultural en Ecuador, ustedes la conocen.  De aquí hasta remontar la montaña se requieren cuarenta y cinco minutos, lo que viene después es hermoso: cielo con nubes blancas, azules, negras y grises engendran fantasías, el pajonal es amplio con el entorno de la cordillera y quizá lo mejor, si el tiempo es bueno, la cercanía al Chimborazo y Carihuairazo.  Cuando llegamos a la bella Ambato nos encontramos con el esplendor de siempre y con el cariño de la familia.

Es preciso que en este 24 de mayo nos sintamos orgullosos de ser ecuatorianos. Que la corrupción no entre a nuestros hogares. Que odiemos a muerte toda complicidad que mengue nuestra fe en un futuro mejor. La Patria somos nosotros, si nos devaluamos o rifamos nuestros valores… la tierra en que nacimos nos cobrará el abandono.

Ecuador es bello. Muchos envidian nuestra cultura y hermosura, que, en ocasiones, nosotros las ignoramos o menospreciamos. Este viaje hace justicia al dicho: Nadie ama lo que no conoce. (O)