Después de dos años de ahorros y de condicionar un camión que está en vigencia desde hace 4 décadas, los esposos franceses Anna y Laurent Lamarque se tomaron un año sabático y emprendieron una aventura por Sudamérica junto con sus hijos mellizos Inés y Tom, de 13 años.
La aventura empezó en agosto de 2023. No tienen trazada una hoja de ruta. Cada día deciden a dónde ir tomando sugerencias de la gente que conocen en el trayecto. Aprovechan al máximo el tiempo. Les resta menos de tres meses para retornar a sus trabajos.
Tras visitar lugares emblemáticos de Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia y Perú, llegaron al Ecuador. “Mi primera impresión de Cuenca, es una ciudad muy limpia, con arquitectura bastante antigua, nos gustó mucho”, dice Laurent en un español no tan fluido, pero entendible.
Casa rodante para una aventura inolvidable
Lorenzo -como se hace llamar, asumiendo la traducción de su nombre, para crear mayor cercanía- es el encargado de manejar el IVECO. Es un camión que hace 40 años servía a los bomberos y fue transformado en una casa rodante por el dueño original.
Un año antes de iniciar la aventura, Laurent lo adquirió para arreglar la mecánica, electricidad y el circuito de agua. “El motor se calienta fácilmente. Cuando estamos subiendo tengo que manejar a no más de 30 a 40 km… Hay que esforzar un poquito en los cambios”.
A través de un monitor controlan si el panel solar está lo suficientemente cargado. “Puede alcanzar 600 watts. Con eso se puede utilizar la luz, la lavadora, la estufa, la calefacción. Tenemos además aire acondicionado”. Si no pueden utilizar la cocina de inducción, utilizan la de gas.
Un estanque de 400 litros les provee el líquido vital. Lo llenan de dos maneras. En una estación de servicio, asegurándose que el agua del grifo es potable, o utilizan una bomba para captar el agua de un río.
En este segundo caso, el agua pasa a través de un filtro de carbón para eliminar metales y restos orgánicos, luego pasa por una lámpara ultravioleta para eliminar virus y bacterias.
Tiempo para estar con los hijos
Anna y Laurent tenían la costumbre de alquilar una casa rodante para pasar el fin de semana en familia. En 2015, mientras conducía, él le dijo a su esposa que le gustaría ir a China en el carro.
De a poco empezaron a madurar la idea. Ya reunieron cerca de 25.000 dólares para iniciar el viaje. Pronto cambiaron de plan por las condiciones geopolíticas de la mayoría de países asiáticos.
“Queríamos vivir una aventura. Tenemos un trabajo que nos absorbe mucho tiempo y queríamos compartir momentos con nuestros hijos. Era la excusa perfecta”.
Ambos son químicos. Laurent es un experto en fluorescencia molecular; Anna realiza investigaciones para la empresa Thermo Fisher. Su pasión por la ciencia la comparten en el trayecto con niños de alguna escuela.
Llevan todos los materiales a bordo para enseñarles a medir la calidad del agua y a fabricar una lámpara de lava. Anna también asumió el rol de profesora de sus hijos mientras dure el viaje.
El primer paso es el más difícil
Anna se ilusiona con hacer, en algún momento, una película de toda la aventura. Tiene 4 TT de fotos y videos. Además, acostumbra registrar en un libro todo lo que realizan durante un día.
Ella confiesa que, a pesar de algunas advertencias, en ningún lugar se sintieron inseguros, más bien resalta la amabilidad de la gente y la predisposición de ayudarles en algún problema.
Tras visitar el Parque Nacional Cajas partieron hacia el norte del país para mantener contacto con los volcanes Cotopaxi, Altar y maravillarse con la reserva natural que hay en Mindo.
Uno de sus objetivos es pasar dos a tres días en una plantación de cacao antes de ir a Colombia donde tomarán el vuelo de regreso a casa. El camión irá por mar desde Cartagena a Bélgica.
Laurent aconseja a no tener miedo de dar el primer paso, siempre que se vayan creando con anticipación las condiciones para aprovechar mejor la experiencia. La tecnología ayuda a estar cerca de amigos y familiares.