Solos, consumistas y sin Dios

Gonzalo Clavijo Campos

Al ex defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, de reconocida trayectoria pública y al servicio de la niñez, lo que más le preocupa de nuestros menores del siglo XXI es que estén más solos que nunca, por los horarios de sus padres que hacen incompatibles la vida laboral y familiar, sumada la dependencia digital que vivimos y las grandes distancias que nos movilizamos para llegar al trabajo.

Al no estar con ellos implica delegar por defecto a la TV, a la calle, a los amigos, al internet, la delicada tarea de tallar la personalidad de nuestra prole. A los niños de la sociedad moderna les sobran computadoras, pero les falta caricias paternales, ellos se van educando  incompletos, inacabados, dolientes, resentidos, hambrientos de afecto y seguridad. ¿Será por eso qué a pesar de contar con toda la tecnología moderna,  departamento, carro, título profesional, sin embargo fracasan prematuramente en sus matrimonios?

Tenemos una juventud extraordinaria pero lamentablemente, está creciendo sin valores, sin saber lo que está bien o está mal, sin cariño ni autoestima, siendo presa fácil  de las drogas, la violencia, los delitos. La sociedad materialista, excesivamente individualista, consumista y deshumanizada, ni ayuda ni educa, por el contrario siembra falsas ilusiones que no conducen a la felicidad, a la alegría duradera.

Nos hemos olvidado de arrancarle a la vida esos deliciosos momentos que están escondidos en pequeños detalles del día a día, esos que significan estar apaciblemente sentados con las personas que amamos, gastándonos una tarde sin salir a  ningún lado, aprovechando el tiempo con nuestros seres queridos: los hijos, la pareja, los padres, sostiene el educador y brillante conferencista Patricio Pepinos.

En la mayoría de hogares  ya ni se habla ni se busca a nuestro Creador. No se ora ni siquiera a solas, estando juntos, por la mañana, cuando se acaba la jornada, al sentarse a la mesa para bendecir y agradecer por los alimentos recibidos, por la salud, por la vida y las consecuencias son evidentes hijos solos, consumistas y sin Dios. (O)