Nos importaba

La cosa es sencilla: el cole tenía doble jornada, así que la hora de salida era un rato antes de las

5pm, y luego al centro, al Raymi, para pasar el resto de la tarde fumando y tomando cafecito,

que era lo que solíamos hacer todos los líderes revolucionarios con 16 años cumplidos.

Sí, la vida era pura política. Con poster del Che en el dormitorio y estampita en la billetera,

como santo milagroso, la política fue el eje de nuestra adolescencia, casi tanto como las novias

(de hecho, si no leías a Benedetti, no te levantabas ninguna). No había moto, gimnasio ni

tarjeta de crédito. Pero había guitarras, esquinas, madrugadas y música. La trova de Silvio y la

música protesta de Sui Géneris, Bob Marley, Doors y lo disruptivo, Hugo y el Viejo Napo

cantando grifos de madrugada, club de ecología y libros, muchos libros (sí, ratones de

biblioteca éramos). Y sin embargo pensábamos que los bacanes del paseo éramos nosotros. ¡Y

sí éramos! ¿y saben por qué? Porque nos importaba.

Y no quiero atacar a la juventud de hoy, porque hay jóvenes despiertos y maravillosos. Pero si

quiero hablar de la apatía, del fluido incoloro de la vida a través de una pantalla de celular, de

esta generación (¿centennials?), que más que aburrirse se ahoga: mientras más conectados

más aislados, más solitarios en la vida real, mientras más acceso a la información más

ignorancia de las cosas del mundo. Y no se lo tomen a mal, pero es que nosotros estábamos

despiertos. Y no sé si finalmente logramos hacer la diferencia, pero tratamos y eso vale. Y con

las chicas iba bien (por eso les digo que al final del día sí éramos los más bacanes y la estampita

del Che si era milagrosa).

Y esto en un mundo donde no había redes sociales (mentira, si había, se llamaba hi5). Así que

la interacción era cara a cara, con la vida. Y la vida nos interesaba, lo que pasaba en el mundo

nos conmovía, y nos gustaba soñar que podría ser diferente. La vida tenía pasión, proyectos,

anhelos. Si, idealismo se llamaba. Y era hermoso… (O)

@andresugaldev

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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