Sudacas

La gente, para ultrajar utiliza palabras con connotaciones peyorativas. Sudacas es una de ellas y la usan en contra delos originarios de América del Sur. La emplean como insulto en algunos países europeos y en otros. En los últimos tiempos, volví a escuchar ese término en la película “El brutalista”, que este año ganó varios premios, destacándose el Oscar al mejor actor. En la trama de esa obra cinematográfica, uno de sus personajes en algún momento, hace una comparación entre la forma de ser de los italianos del sur con la de los sudacas, atribuyéndoles a los dos grupos características de informalidad, trampa y corrupción, lo que genera en el insultador sentimientos de menosprecio. 

La cultura sudamericana, tiene rasgos maravillosos por lo positivos y sofisticados que son, emocionalmente y, otros negativos, como el imperio de la corrupción y la incivilidad. Para muchos de los habitantes de los países con culturas definidas por la industria, la ciencia, los negocios y el poder, lo sudamericano es menor y por eso es vilipendiado. 

Incluso algunos escritores ibéricos y sudamericanos como los autores del libro “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, tristemente, han contribuido para posicionar el menosprecio a nuestra cultura. 

Sabemos de nuestros errores. Es preciso trabajar sobre ellos para erradicarlos. La equidad social, debe dejar de ser una frase retórica para llegar a ser un real objetivo nacional que nos involucre a todos. La educación de calidad, la pública especialmente, es otro factor esencial para superar el estado lamentable en que siempre hemos estado.

Los errores y defectos son humanos, de todos, no solo de nosotros. Los otros, los que nos insultan, han sido esclavistas, colonizadores, explotadores de recursos naturales y humanos de países débiles, opresores, manipuladores. Son los poderosos en un modelo civilizatorio que devasta, exige control y dominio y, para ello precisa de recursos naturales… mucho mejor si provienen de otros países, evitando así afectar a los suyos.

El insulto que nos lanzan con desprecio, desde la ignorancia y la maldad, nos involucra a todos los sudamericanos, pese a que algunos nativos se sienten más de allá que de acá. 

Nadie puede aceptar el insulto. Los defectos nuestros son una manifestación de la pobreza, la falta de educación y la decadencia económica. Los defectos de los que nos insultan son la prepotencia, el ejercicio del poder que les obliga a someter y la vanidad que les hace considerarse superiores.

Dr. Juan Morales Ordóñez

Doctor en Jurisprudencia. Master en Teoría del Derecho por la Universidad de Ginebra-Suiza. Miembro del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO-París.

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