Cuando la tierra comenzó a temblar y una avalancha arrastró más de 60 viviendas en el municipio de Rosas, en el departamento colombiano del Cauca (suroeste), una mujer sobrevivió gracias a las narices frías y las colas meneantes de sus cuatro perros que la guiaron hacia la supervivencia.
Se trata de Ana Cristina Martínez, una bombera de esa localidad que asegura que sus cuatro perros la salvaron de morir aplastada por toneladas de barro y lodo en la madrugada del lunes pasado.
El desastre dejó más de 700 damnificados y se llevó los caseríos de Santa Clara, La Soledad, Chontaduro, La Manguita y Párraga Viejo, este último, ubicado en lo más alto de la montaña y donde vivía la mujer en compañía de su esposo.
Días antes, en sus redes sociales, Ana Cristina envió mensajes a sus vecinos avisando que algo raro sucedía en la localidad, pues los riachuelos que pasaban por el sector se habían secado de un momento a otro y la tierra se fracturaba poco a poco.
Estos avisos permitieron una evacuación rápida dos días antes de la avalancha, aunque ella se quedó con su marido para tratar de recuperar algunas de sus pertenencias.
«Esa madrugada, como hacia las 2.30, nos despertó el estruendo de una finca cayéndose. Ahí supimos que había comenzado el derrumbe y lo único que nos quedó fue salir a correr», afirma la mujer a EFE.
Agrega: «Todo se caía en pedazos, no había energía y la tierra temblaba mucho. En medio de nuestra huida me caí a un barranco de 10 metros de profundidad y mis perros no dudaron en ir a rescatarme, sentía cómo me halaban la blusa con sus trompas para que me pusiera de pie, porque la tierra se me iba a venir encima a matarme».
EN BÚSQUEDA DE UNA SALIDA
Con lesiones en sus pies y golpes en todo el cuerpo, la mujer se reincorporó, mientras que su esposo, Mauricio Zúñiga, buscó una salida que les permitiera llegar a un lugar seguro, pues su barrio se caía a pedazos con el paso de los segundos.
Fue en ese momento en el que Malú, Bosco, Guardián y Tigre, los perros de esta familia, tomaron la delantera y los llevaron hasta un cerro donde pudieron resguardarse en medio de las tinieblas.
«Cuando subíamos buscando refugio escuchábamos la tierra crujir. Las casas de nuestros vecinos ya estaban desocupadas y se escuchaban caer, era una escena aterradora, como un apocalipsis», insiste la mujer.
En el momento en el que el sol salió pudieron dimensionar la magnitud del desastre. El hogar de más de 700 personas había quedado reducido a un deslizamiento que abarcaba varios kilómetros. Ana Cristina y Mauricio no podían creer el milagro de la vida.
«Nos rescataron hacia las 7.30 de la mañana, y los perritos lograron salir con nosotros. Sin ellos la historia habría sido diferente, no estaríamos vivos», puntualiza la mujer.
Ana Cristina y su esposo recibieron atención médica en el hospital de Rosas, donde estuvieron acompañados de sus perros.
Luego, fueron trasladados al albergue del colegio Santa Teresita, donde aún se les ve caminando acompañados de sus peludos y fieles amigos que fueron atendidos por organizaciones animalistas que llegaron al lugar de la tragedia.
“Mis animales son una bendición, me salvaron la vida, y si me dicen que ellos tienen que salir del albergue, pues me salgo con ellos. Prefiero irme yo de cualquier lugar antes que dejarlos tirados”, concluye Ana Cristina.
MASCOTAS INDEFENSAS
La Secretaría de Salud de Popayán, capital departamental de Cauca, por la tragedia de Rosas han sido atendidas más de 60 mascotas, entre perros y gatos. La mayoría de estos animales llegaron con raspaduras en su cuerpo y lesiones en sus patas.
En improvisados refugios permanecen cerca de 10 mascotas que quedaron en medio de la avalancha, aunque otros animales no corrieron con la misma suerte.
Algunos de los afectados afirman que varios de sus terneros y caballos fueron arrastrados por la avalancha.
Luis Ángel Samudio, habitante del caserío El Chontaduro, expresa a EFE que en medio de la emergencia lo único que pudo hacer fue salir a correr con su mamá, esposa y tres hijos, pero antes, les abrió la puerta a sus conejos, gallinas y curíes para que trataran de salvarse.
«No creíamos que esta avalancha nos fuera a tocar a nosotros, fue terrible. Los animalitos quedaron en el monte, pero ¿qué más podía hacer yo?», revela Samudio.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, llegó esta semana a uno de los albergues para hablar con los afectados y anunció la compra de una hacienda para reubicar a las familias damnificadas en los próximos días.
Allí esperan llegar los sobrevivientes de la avalancha con sus fieles amigos que los acompañaron en el que fue quizás es el más duro momento de sus vidas. EFE