La apatía del electorado no parece disiparse cuando restan 16 días para las elecciones, la consulta popular y el referendo constitucional. Diríase igual de la indecisión.
Pero hay algo mucho más preocupante. Se relaciona a la convocatoria hecha por el Gobierno para responder las preguntas relacionadas con la seguridad, el medioambiente, la integración de la Asamblea Nacional, la autonomía de la Fiscalía, y restarle atribuciones al Consejo de Participación Ciudadana.
Preocupación por cuanto gran parte del electorado no conoce a fondo las preguntas, en especial sus anexos, si bien su utilidad y aplicabilidad incluso, son motivo de discrepancias entre el Gobierno, quienes respaldan su iniciativa, no así su gestión, y quienes están abiertamente por el no.
No hay campaña ni por el sí, ni por el no, si bien algunas organizaciones se inscribieron en el Consejo Nacional Electoral para promover una de tales opciones.
Atañen a aspectos polémicos sin duda alguna. Ese tipo de alternativa política, en el pasado, con pocas excepciones, derivó en una especie de aprobación o desaprobación a la gestión de los Gobiernos convocantes.
El actual, según sus voceros, no piensa en eso; pero desentenderse de promoverla, en suma, de pedir el apoyo popular, resulta impropio, aun conociendo los riesgos.
Tampoco ningún partido ni movimiento ha instruido a sus militantes a favor o en contra, con excepción del correismo y su aliada, la Conaie, cuyo brazo político es Pachakutik.
Llegar al día de los comicios en tales condiciones no sería lo mejor. Urge, no solo la promoción de las preguntas, sino la discusión, el debate, la explicación -según las posiciones- de las razones por las cuales vale votar sí o no.
Posiblemente eso se haga en los últimos días de la campaña. Esto tampoco justifica el marasmo.
Aquello no implica considerar al electorado como poco intuitivo; pero vale interesarle, involucrarle en la discusión.
Un pueblo bien informado saber discernir, no es manipulable y vota con responsabilidad.