Un ejército de más de 200 voluntarios de la ciudad de Nápoles (sur de Italia) salió a la calle para encontrar a Peppinielo, un perro de poco más de 3 kilos, abandonado tras la muerte de su dueño.
Peppinielo, el perro de Peppe, fallecido el pasado mes septiembre, fue echado a las calles napolitanas por dos veces consecutivas por una de las hijas de su antiguo propietario.
La primera vez, el animal logró encontrar el camino de vuelta al que era su hogar, pero semanas después volvió a ser abandonado en la otra punta de la ciudad, explicó a EFE uno de los coordinadores del grupo de voluntarios, Sergio Valentino, en unos días de frío y lluvia intensos.
Cuando los otros dos hijos del fallecido supieron por las redes sociales, que su hermana, con la que no se hablan, se había deshecho de Peppiniello, se unieron al grupo de voluntarios formado por veterinarios, cuidadores de animales, gestores de refugios y amantes de los animales, quienes también supieron del caso por dicha vía.
Fue otra hija del anciano fallecido, con quien Peppinello vive ahora, quien, equipada con ropa de su padre, logró coger en brazos al perro, escondido y asustado bajo el capó de un coche.
El grupo de rescate, bautizado como «lacrimoni» (lágrimas, en castellano) por los llantos de emoción al encontrar al perro, seguirá activo y colaborando en la búsqueda de animales siempre que se necesite.EFE
Doscientos napolitanos se movilizan para encontrar a un perro abandonado
Roma, 25 ene (EFE).- Un ejército de más de 200 voluntarios de la ciudad de Nápoles (sur de Italia) salió a la calle para encontrar a Peppinielo, un perro de poco más de 3 kilos, abandonado tras la muerte de su dueño.
Peppinielo, el perro de Peppe, fallecido el pasado mes septiembre, fue echado a las calles napolitanas por dos veces consecutivas por una de las hijas de su antiguo propietario.
La primera vez, el animal logró encontrar el camino de vuelta al que era su hogar, pero semanas después volvió a ser abandonado en la otra punta de la ciudad, explicó a EFE uno de los coordinadores del grupo de voluntarios, Sergio Valentino, en unos días de frío y lluvia intensos.
Cuando los otros dos hijos del fallecido supieron por las redes sociales, que su hermana, con la que no se hablan, se había deshecho de Peppiniello, se unieron al grupo de voluntarios formado por veterinarios, cuidadores de animales, gestores de refugios y amantes de los animales, quienes también supieron del caso por dicha vía.
Fue otra hija del anciano fallecido, con quien Peppinello vive ahora, quien, equipada con ropa de su padre, logró coger en brazos al perro, escondido y asustado bajo el capó de un coche.
El grupo de rescate, bautizado como «lacrimoni» (lágrimas, en castellano) por los llantos de emoción al encontrar al perro, seguirá activo y colaborando en la búsqueda de animales siempre que se necesite.EFE