Una elección cerrada, en foto finish, en penales o como quiera o queramos llamarla, fue una elección con márgenes cortos y, si, por primera vez desde 1978, en este período de democracia no interrumpida, la alcaldía de Cuenca se decide con menos del 20% de los votos en favor del ganador.
El Concejo Cantonal, como es lógico, se parte, reparte y compone entre representantes de diversas tiendas políticas que trazarán la cancha del juego político para los próximos cuatro años en la ciudad.
La gobernabilidad, entendida como la capacidad del sistema para gobernarse es ecuación de la gobernanza, vista esta como la construcción estructural del sistema, un sistema ético, maduro y transparente no puede condicionar la gobernabilidad por el reparto, sino apuntalarla desde el proyecto; es decir la institución no se reparte ni parcela, el rol del Concejo no estriba en la mediación del espacio de poder, su función es garantizar, sin condicionar la gobernabilidad respetando la gobernanza.
Reflexión que me permito en tanto, una vez conocidos los resultados y la composición de la estructura del Concejo Cantonal ya silban vientos que auguran la necesidad del alcalde por ceder espacios en favor de alcanzar acuerdos, nada más equivocado y mezquino, el Concejo, cada uno de sus miembros, deben entender y encarnar el rol de trabajar, desde sus funciones, por una administración eficiente, efectiva, transparente y participativa, dejando al Alcalde el rol y función de ejecutar la partitura conformando, para tal efecto, su equipo tanto técnico, cuanto político.
El Concejo Cantonal debe ser espacio de diálogo deliberación y debate, su función es legislar en función de atender las urgentes necesidades de la ciudad y fiscalizar, en consecuencia, la gestión ejecutiva del Alcalde en su desarrollo, el único acuerdo posible es Cuenca.