La llamada “revolución ciudadana” dirigida por el Capo Correa, llegó al poder anunciando a las alegres multitudes el fin de la larga noche neoliberal. Las fórmulas para sacarnos de la pobreza tan promocionadas por Alianza País siguen iguales, sólo que ahora el sabor de las mismas es más amargo para la gran mayoría de los ecuatorianos y para los miles de conciudadanos que emigran o se hunden del todo, mientras las Instituciones, la democracia y los valores humanos, se destruyen irremisiblemente bajo una aureola de incertidumbre, corrupción, mentira y falsedad galopantes.
He conversado con políticos honestos, otros aventureros audaces, populistas, autodenominados reformistas, que se presentaron como salvadores de la patria; a quienes les manifesté: cuando una nación vive inmersa en la corrupción, la ignorancia, la demagogia, el populismo, el hambre y la miseria; ésta se muere, por más que se haya cambiado la constitución política, no resucita para narrar su enfermedad al mundo, ni para hablar de la ineficacia de los remedios sociales ya experimentados en épocas pasadas, y que le llevaron a la tumba.
Uno de los defectos de 10 lúgubres años del nefasto gobierno de Rafael Correa fue la corrupción y el afianzamiento del autoritarismo, que generó miedo, confrontación y debilitamiento de la sociedad Civil ecuatoriana.
El pueblo ecuatoriano ha dado respuestas frustrantes para una mayoría de compatriotas en la última jornada electoral. Ha favorecido con su voto al correísmo y a sus colaboradores que, en un alto número, han sido sentenciados por corrupción y ha elegido a candidatos que usan grilletes o está glosados con millonarias sumas, en una clara demostración de la existencia de una justicia desnaturalizada, retorcida; y que vive; en cautiverio del poder político; por otra parte, ha “negado” las ocho preguntas de la consulta. Se ha opuesto a la extradición de narcotraficantes y lavadores de dinero, a la reforma política, a la autonomía de la Fiscalía, INVITANDO A LOS NARCOS DEL MUNDO, a realizar “turismo delincuencial” en nuestro país y deja incólume a ese organismo disfuncional y desprestigiado, el Cpccs.
Los partidos políticos han perdido su sustento ideológico, priman los intereses elitistas, la ambición, la vanidad, proliferan los aventureros, han desaparecido los días en que los ideales uniformaban a todos los estratos sociales y se luchaban por combatir el hambre, la pobreza y la ignorancia de un pueblo olvidado. El correísmo ha extendido su proselitismo engañoso a estos sectores y ha disfrazado su pasado corrupto con ofertas ilusorias y de ensueño a los inocentes pobladores de nuestro querido Ecuador. (O)