A inicios de año la revista Nature publicó un artículo que causó controversia en la comunidad científica ya que entre otras cosas afirma, que los artículos científicos y las patentes se han vuelto menos disruptivas a lo largo del tiempo (Park et al., 2023) y que, a pesar del crecimiento exponencial del conocimiento científico y tecnológico en las últimas décadas, el progreso se está desacelerando en varios campos importantes.
En el mencionado estudio, tras analizar millones de artículos científicos y patentes durante seis décadas, los resultados sugieren que estos son cada vez menos propensos a romper con el pasado de manera que impulsen la ciencia y la tecnología en nuevas direcciones, y que esta disminución en la capacidad de generar cambios disruptivos está relacionada con una reducción en el uso del conocimiento previo, lo que indica un cambio fundamental en la naturaleza de la ciencia y la tecnología.
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones importantes para quienes elaboran las políticas de investigación científica, así como para quienes las financian, ya que sin tener en cuenta esta tendencia, se sigue valorando y priorizando la investigación disruptiva, y visto está que no resulta fácil desafiar el pensamiento convencional y como Jean-Marie Dru (2001) decía sobre la disrupción, “romper con la norma para crear algo nuevo, inesperado, llamativo”.
Es posible que necesitemos enfocarnos en apoyar la investigación que se basa en el conocimiento existente en lugar de buscar avances radicales, y romper con la presión que pesa sobre los investigadores para “publicar o morir”, de tal forma que la calidad prime sobre la cantidad, y se estimule mayor colaboración e intercambio de resultados, además de impulsar el acceso abierto a ellos para que la ciencia esté al alcance de todos.
@ceciliaugalde