¿Las crisis bancarias son causadas por la política económica o por la actuación de los intermediarios financieros? La evidencia de Ecuador (1999-2000) queda explicada -salvo mejor criterio- por una combinación de las dos: la desregulación promovida por la LGISF, permitió excesos en los denominados créditos vinculados, colocaciones sin riguroso análisis. La política cambiaria y monetaria acarreó a empresas y bancos a convertirse en “tiburones”, sobre todo de los dólares. Modificaron el hábitat de su ecosistema, ayudaron a eliminar a los débiles y enfermos; y a mantener el equilibrio con los competidores, garantizando así la intermediación financiera y el tejido empresarial.
Antes de la dolarización, uno de los objetivos de nuestra política económica era la inflación y su hermano gemelo la devaluación. La desconfianza en nuestra moneda nacional de entonces (el sucre) fue resultado del círculo vicioso inflación-devaluación que el gobierno no logró estabilizar, los agentes económicos relevantes sobre todo empresas y bancos se convirtieron en los mayores compradores de dólares y el Banco Central del Ecuador (BCE) se veía forzado a elevar la tasa de interés en sucres para que los inversores (personas, empresas y bancos) conserven moneda nacional y dejen de demandar los dólares que cada vez iban escaseando. Al subir las tasas pasivas, suben también las activas para no sacrificar el margen de intermediación, y con ello los problemas de pagar los créditos se tornaron más difíciles. Resultado de esto, ahorros pulverizados y créditos en moneda nacional licuados. Es decir, los agentes económicos dominantes conservaron los dólares en el exterior, mientras sus deudas en sucres las mantenían en Ecuador, pero quienes actuaron así (acertadamente) eran quienes tenía información privilegiada que anticipaban la política económica y sabían cómo mantener un resguardo fuerte de sus capitales.
Al interior de la banca que quebró se pudo evidenciar, debilidades en el proceso crediticio. El banco del Ecuador (El Filanbanco, por ejemplo) antes de ser supervisado, reflejaba que sus préstamos mayoritariamente mantenían una calificación A (riesgo normal), luego se reveló que el mayor peso de su cartera reportaba calificación de dudoso recaudo (C) y pérdida (E). Realidad que también se evidenciaron en otras entidades financieras. Y este débil control por parte del regulador no existe entre tanto no se visualice una eminente quiebra. Los casos que acabamos de ver con SVB, SB, HSBC, hasta dónde se conoce también responde a esta combinación: concentraron muchos de sus capitaciones en bonos que perdieron valor por la subida de tasas (riesgo de tasa) más que por un riesgo de crédito, promovido por la política monetaria para controlar la inflación. (O)