Hay quienes no aprueban que los intelectuales, los escritores y los artistas, muestren interés activo por las cuestiones políticas. Existe cierta razón en la idea de que los intelectuales y artistas corren el riesgo de perder su pureza e integridad cuando se envuelven en problemas políticos, pero el hombre no puede vivir aislado, todos nosotros inevitablemente nos encontramos relacionados, de una manera u otra, en la actividad política.
“El hombre moderno no puede vivir como un recluso. Los intelectuales y artistas encerrados en una torre de marfil o aislados en talleres, no pueden realizar una obra verdaderamente vital” (Daisaku Ikeda). Es imposible ser un intelectual sin ser antes un ser humano, y como el hombre es un animal social, le atañen los problemas de la vida humana, tanto los universales, como los peculiares a su época y lugar.
Un intelectual que ignorare los problemas universales y permanentes, se verá frustrado en sus actividades. Si los ignora por indiferencia o ceguera, su obra carecerá de inspiración y, por lo tanto, será incapaz de inspirar a los demás.
Filósofos y escritores brillantes como Sócrates, Platón, Rousseau, Goethe, Dostoievski etc. cambiaron el curso de la historia humana con sus ideas y obras, ofrecieron sus pensamientos a consideración de sus semejantes, así ejercieron influencia en la sociedad y en la política.
No considero que sea malo que los intelectuales se interesen por la política, lo importante es que no lleguen a comprometerse en la acción política, hasta el punto de perder el alma a causa del mal de poder, lo cual podría destruirlos a ellos mismos y a los demás.
El intelectual no debería estar desligado de los problemas políticos y sociales, pero tampoco creo que debe estar totalmente entregado a ellos; como ejemplo de hombres de letras que encontraron un término medio al respecto, tenemos a Juan Montalvo quien fundó entre nosotros la tradición de escritor independiente cuyo poder reside en su pluma, arma letal con la que derribó tiranos ignorantes y autoritarios en nombre de la libertad y dignidad del pueblo.
Actualmente, las condiciones de vida están cambiando tan profundamente, que necesitamos adaptarnos a éstas, de allí tanto que para los intelectuales como para los que no lo son, sea importante tener como meta corregir las injusticias y las desigualdades, luchar por la libertad, la dignidad y la democracia, supremos valores humanos.
Ante la actitud contemplativa y hasta cómplice de gran parte de la sociedad ecuatoriana frente a la corrupción, la injusticia, la impunidad, la falsa democracia y el analfabetismo político, me pregunto: ¿dónde están los intelectuales y académicos que solían llenar páginas de turbulento contenido, y hacían temblar el pavimento? (O)