Con este titular, El Mercurio informó ayer acerca del deslizamiento de más de 4 mil metros cúbicos de tierra, ocurrido en el sector El Cáñaro, vía Cuenca-Girón-Pasaje.
Igual, de una treintena de deslizamientos, entre grandes y pequeños, en la Cuenca-Molleturo-Puerto Inca.
“Para todo, tenemos una suerte”, es un adagio irónico, certero para graficar el estado vial del Azuay, agravado ahora por el fuerte invierno.
Desde hacía muchos años, la Cuenca-Girón-Pasaje presenta grandes tramos en pésimo estado debido a fallas geológicas. Afectada, además, por constantes derrumbes y ningún mantenimiento.
Y sobre ese olvido, sobre las constantes promesas del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, cuyas respuestas se limitan a, dizque, hacer estudios y más estudios, sobrevienen estos macros deslaves.
Como para demostrar la indolencia, si no fuera por maquinaria dispuesta por el municipio de Girón, quien sabe si hasta ahora los miles de metros cúbicos deslizados siguieran taponando la calzada.
No está lejano aquel tiempo, cuando ese ministerio tenía en la provincia su propio equipo caminero, obreros, y profesionales, para enfrentar emergencias como las descritas. Ahora, como siempre se ha dicho, tiene oficinas receptoras de quejas e informar “sobre el estado de las vías”.
Cómo entender, si a 800 metros de la “Y” del Ramal, entrada a Santa Isabel, un hundimiento desde hacía varios meses carcome la calzada de la vía, siendo un peligro inminente, y no haya institución capaz de cuando menos enterarse, peor de “hacerlo algo”.
Como hace, 30, 40, 50, 70 años, para llegar a Guayaquil se debe usar la vía por Cañar y La Troncal, incluso a Machala. La Cuenca-Molleturo-Puerto Inca, ya se sabe cómo está. La Cuenca-Pasaje, la hemos descrito una vez más.
¿Alguien sabe los resultados, cuando menos parciales, de la declaratoria de emergencia, decretada semanas atrás? Emergencia sin recursos es vaciar la realidad.