La pandemia cambió, para bien y para mal, la vida de millones de personas, entre ellas, la de la fotógrafa argentina Alejandra Cultrera. En medio del encierro descubrió la soledad de aquellos espacios que habían sido abandonados.
Hasta ese entonces, en el 2020, Alejandra había estado acostumbrada a fotografiar la calle, la cultura de las ciudades y comunidades, a sus fiestas, a sus comportamientos. Pero llegó un día en el que le contaron que en Buenos Aires había una fábrica abandonada; un lugar gigante y solitario.
Junto con otros fotógrafos llegaron hasta la fábrica y empezar a fotografiar sus espacios casi vacíos, inhabitados, sin saber que ese silencio y la soledad de los objetos abandonados la llevarían a buscar otros lugares parecidos.
Alejandra tampoco sabía que las fotos que estaba sacando pasarían a conformar la exposición “La belleza del olvido”, que se inauguró ayer, en la Antigua Escuela Central de Cuenca.
“El año anterior me invitaron a que viniera a Cuenca a exponer mi fotos. Yo estaba pensando en el Carnaval del norte de Argentina. Pensaba en esas fotos que tomé en febrero de este año, pero me dije que no quería hacer más de lo mismo, quería romper con eso”, contó Alejandra a diario El Mercurio.
Con la invitación encima y con las fotografías de los espacios abandonados, la fotógrafa argentina armó La belleza del olvido, una muestra que exhibe que en las cosas que han sido dejadas también está una cualidad que complace; que hay un pasado.
Sillones, mesas, flores secas, teléfonos antiguos se observan en las fotografías que Alejandra tomó. Objetos que alguna vez fueron ocupados docenas de veces para luego ser abandonados en espacios en donde el polvo y la falta de cuidado han hecho de las suyas.
De regreso a Cuenca
No es la primera vez que Alejandra Cultrera expone en Cuenca. En el 2018, en el Museo Remigio Crespo Toral, la fotógrafa ya había compartido su trabajo documental.
Sin embargo, en esta ocasión regresa a la ciudad con un trabajo completamente distinto a lo que estaba acostumbrada hacer.
Para eso se armó la exposición, cuyos soportes son la madera, la tela y la cintra. En cada uno de estos elementos el espectador tendrá la oportunidad de mirar y saber que en los espacios abandonados hay una belleza que ha sido dejada a un lado.
“Son lugares cotidianos a los que uno no les presta atención. Pero están allí, guardan muchas historias, guardan un pasado que está en este presente”, agregó Cultrera.
Las fotografías de la artista argentina estarán expuestas por tres meses, en el segundo piso de la Antigua Escuela Central.
El trabajo que conforma la muestra está a la venta. La mitad de lo recaudado se entregará como donación a la Cruz Roja de Cuenca. Esto, como un acto de reciprocidad a una ciudad que podrá ver el cambio de la fotógrafa una vez que llegó la pandemia. (I)