Las tragicómicas elecciones a las que estaremos enfrentándonos nos obliga a asistir a un sainete donde los actores intervendrán ante un auditorio golpeado por la crítica situación económica, asustado por la violencia y la corrupción, sin esperanza alguna en el país, en sus instituciones y autoridades. Este escenario nos coloca ante discursos populistas, antidemocráticos con fuertes rasgos fascistas que evidencian la terrorífica debilidad ética, política e ideológica de partidos y movimientos en medio de una turbulencia de intereses particulares y de los enormes desafíos que implica gobernar este pequeño pero complejo país. Bien vale recordar a Platón que había entendido que la filosofía era algo imprescindible en la vida de las personas, como así lo expresa en su carta VII y nos recuerda Elsa González: “Cuánto más conocía yo a los políticos y estudiaba las leyes y las costumbres, más difícil me parecía administrar bien los asuntos del Estado. EL derecho y la moral se hallaban corrompidos, y aquella situación donde todo iba a la deriva me producía vértigo. Entonces me sentí irresistiblemente movido a cultivar la verdadera filosofía y a proclamar que solo su luz puede mostrar dónde está la justicia en la vida pública y en la privada, convencido de que no acabarán las desgracias humanas hasta que los filósofos de verdad ocupen los cargos públicos, o hasta que, por una gracia divina, los políticos se conviertan en auténticos filósofos”. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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