El cuento de la metamorfosis

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Quizá este título traiga, amable lector, como un rayo a su memoria, el nombre de la famosa y horripilante obra de Franz Kafka: “La Metamorfosis”, y deduzca que voy a narrar algo sobre ella. Nada que ver. Después de haber leído este libro y el célebre “Pedro Páramo”, una lectura anodina, sin una línea narrativa continua, infiero que la fama no es un elemento rector sobre lo que se debe leer.

Volviendo al cuento. En la región donde hace fuuuu gobernaba Guayas y su guapa esposa Quil, muchos años luego de haber terminado su reinado, tomó la posta el rey León. Pero este león no era un felino cualquiera. Le gustaba pasear a caballo y recorrer sus dominios. ¿Un león sobre un caballo? Pues sí, un equino montado por el rey de la selva. Un día, al pasear por el río Guayas, le sorprendió ver que un delfín daba giros en el aire para luego echarse unos clavados. “Lo quiero adoptar”, dijo a su guardia personal. Lo atraparon y llevaron al castillo. Además de nadar en la piscina enorme, aprendió el difícil arte de gobernar una ciudad.

El rey León le instruyó en el camino del pragmatismo político y en la lealtad a los ideales partidistas. Tú serás mi sucesor, le declaró en un desayuno. El delfín estaba dichoso con el prospecto de liderar a Guayaquil en un futuro. Cuando murió su mentor, adecentó y hermoseó a la ciudad, la autoestima colectiva aumentó y adquirió un gran renombre.  

Pero al llegar un tipo maquiavélico a la presidencia del país, le crispó la relación que el entenado del rey León mantenía con sus coterráneos y empezó a jorobarle la vida recortando las rentas que le correspondían a Guayaquil. El delfín convocó a la gente para reclamar esta injusticia. Salieron masivamente a protestar. Por 19 años el sucesor dirigió la ciudad con amor y entrega. Sin embargo, en la firma del contrato del Puerto de Aguas Profundas de Posorja con él “maquiavélico”, sucumbió a la tentación y comió la manzana de la perdición, sufriendo una metamorfosis impresionante: de delfín mutó en una serpiente tigre, una de las más venenosas que reptan sobre el planeta; sobre todo cuando huele la fetidez del dinero mal habido.

Hoy es un repugnante recuerdo de lo que fue. Claudicó ante alianzas sombrías cavando su propia tumba. Cuentan que en el más allá, al ver la metamorfosis de su delfín, el rey León, entre nube y nube, zapatea de la indignación. (O)