La planta de El Cebollar

No es para alarmar, pero sí motivo de honda preocupación y, por ende, de urgente intervención, el deterioro de la planta de agua potable de El Cebollar, de la cual se abastecen unos 200 mil habitantes de Cuenca.

El mal estado de esa infraestructura, construida hace 70 años, es expuesto por la gerente de la empresa ETAPA, María Verónica Polo.

Pero, claro, primero la queja: las administraciones anteriores descuidaron el mantenimiento, algo vital en obras de tal magnitud y utilidad.

Eso, de alguna forma está bien; pero es hora dejar de mirar por el retrovisor y emprender acciones para solucionar tan agudo problema.

Coincidiendo con Polo, el gerente de Agua Potable, Galo Durazno, habla de la necesidad de ejecutar intervenciones urgentes. Esto es obvio. Hasta por sentido común.

Los canales están en mal estado. Hay daños en la estructura de hormigón. Se abandonó la jefatura de la planta, igual los laboratorios para el control de agua cruda, cuyo servicio fue centralizado en la de Tixán, ubicada al otro extremo de la ciudad.

También fueron descuidadas las áreas de seguridad; no se sustituyeron válvulas, tuberías, componentes del sistema y otros elementos. Eso pone el riesgo la calidad de la potabilización.

Este es el panorama descrito por la nueva administración de ETAPA. Cómo no ha de preocupar semejante situación; y hasta de preguntar si las demás plantas potabilizadoras no pasarán por similares descuidos. La de Sústag lo está.

Si eso ha ocurrido, a todas luces es muestra de desidia de quienes tuvieron al frente no solo de la administración ejecutiva de la empresa, sino de la dirección técnica de Agua Potable, casi siempre dirigida por profesionales bajo cuya atenta mirada técnica no escapada nada.

Hay los estudios para intervenir en El Cebollar, asumidos como prioritarios por la gerencia de ETAPA. Se ha sido contactado con la CAF para solicitar un crédito de USD 20 millones para potenciar esa planta.

Por la ciudad, insistimos: “manos a la obra”.