Comúnmente, la ciudadanía tiene dificultades para decidir por quién votar. No se diga ahora, que en una campaña flash, con 8 presidenciables y sus respectivos candidatos a asambleístas, tenemos que llegar a urnas con claridad.
Los discursos son repetitivos, populistas, temerarios, ofertan un nuevo país, más empleo, retomar la seguridad, reactivar la economía. Pero en lo práctico no dan pistas de cómo lograrlo; así las ofertas son tentadoras.
Las propuestas políticas son enormes, nada aterriza en concreto, menos en asuntos complejos que resguardan el sostenimiento de un sistema que vulnera derechos. Así, no se nombran asuntos como la violencia de género, el femicidio, el embarazo infantil, la crisis de salud mental, el extractivismo minero o la protección de recursos hídricos y ambientales.
Angela Davis dice que cada vez que olvidamos una injusticia porque hay otra más importante; estamos entregando algo de nuestra dignidad. No dejemos que quien llegue al poder, lo haga a través de falsas ofertas; exijamos una vida digna y justa, sobre todo, para quienes siempre son relegados. (O)