Cuando hablamos de arte o cultura, suele haber la tendencia a pensar en estos términos como aspectos inherentes a nuestra sociedad y que nos pertenecen. Sentimos que, por vivir aquí, tenemos cierto derecho de posesión sobre las costumbres, tradiciones y formas de vida en las que nos desarrollamos. Estos son algunos componentes de la creación de cultura, pero, además, sin darnos cuenta, con esto hacemos identidad.
La cultura es un espectro amplio, en el que no solo participa un público general que vive el día a día construyendo ese impensado legado que se conocerá en el futuro. Hay personas que velan por contribuir con responsabilidad a esa herencia. Los artistas, dedican recursos, tiempo, estudio, preparación, dinero, y mucho más, para entregar un producto (aunque suene frío llamarlo así), que va tejiéndose con otra propuesta y terminan formando parte de esa mencionada cultura.
¿Por qué son importantes las aportaciones artísticas? Porque nos brindan experiencias únicas que son apreciadas de una manera única por cada persona que también es única, pero que, en conjunto, se vuelve una sociedad compactadora de esas creaciones a su modo de vida y al legado que recibirán las futuras generaciones. Cada obra, ya sea una pintura, una canción, un poema, un monólogo… llevará algo del origen de su autor, de su vivencia, del espacio en el que creció. Y entonces podemos darnos cuenta que cada letra, color o melodía, comunican y transmiten mensajes e historia de una generación a otra.
El arte, debe ser concebido desde una visión futurista que, integre el trabajo artístico a una valoración completa del mismo: con herramientas de proyección y gestión cultural, innovación en las obras propuestas, evaluación de los resultados de aceptación e interés del público, y pensar en la importancia de cómo trascenderá ese proyecto en la cultura. Así que éste es un llamado a todos, tanto oferentes como consumidores de arte, a velar por que ese legado cultural sea digno de las futuras generaciones y responsable con la construcción de nuestra comunidad. Por lo tanto, aunque el arte puede ser muy subjetivo a cada creador, creación o su interlocutor, llega a ser colectivo por el efecto que genera en su público y su permanencia en el tiempo. A responsabilizarte con el arte.