Sin lugar a dudas, y así lo expresan los manuales para el manejo de las campañas políticas, la manera correcta de promover la figura de un candidato a una dignidad de elección popular, es resaltando sus propios méritos, su capacidad, su formación, su trayectoria, y no se diga tratándose de una candidatura presidencial, donde el candidato o la candidata deben ser presentados como verdaderos estadistas, es decir, potencialmente capaces de conducir el Estado con propiedad y eficiencia. Es por ello que, resultan equivocadas aquellas estrategias de campaña donde se quiere lograr el apoyo popular para tal o cual candidatura, a través de atacar o descalificar las candidaturas rivales o igual en el caso de aquellas que pretenden el favor electoral creando “delfinatos” o padrinazgos políticos, según los cuales el verdadero poder no estará en las manos del gobernante posiblemente electo sino en el accionar de quienes lo escogieron para tan controversial encargo.
La Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas, califica a la violencia de género como una agresión cometida por una persona o grupo de personas, directa o indirectamente, en contra de las mujeres candidatas, militantes, electas, designadas o que ejerzan cargos públicos, defensoras de derechos humanos, feministas, dirigentes políticas o sociales, o en contra de su familia. ¿No es entonces violencia de género en la que ha incurrido cierta dirigencia correísta, al candidatizar a Luisa González para la presidencia de la República, a sabiendas de que, en el supuesto y no consentido caso de que llegara a triunfar en las elecciones, no sería ella la dueña de las decisiones frente al manejo del país? ¿No es entonces, la misma dirigencia de su partido, la que, envés de promover los méritos propios de González, se ha empeñado, queriéndolo o no, en rebajarla a la figura de una marioneta, de un muñeco de ventrílocuo o de una caja de resonancia cuyo sonido inicial se origina en Bélgica?
Entiendo que la señora González debe tener sus méritos propios y, más allá de los resultados electorales, espero que entre ellos no esté ni la sumisión ni el sometimiento. (O)