El efectivo en poder del público (“colchón bank”) y los depósitos a la vista (dinero bancario) constituye el dinero que circula en la economía (la oferta monetaria); cumpliendo tres funciones básicas, a recordar: facilita las transacciones (medio de cambio); mantiene la riqueza (depósito de valor) y saber cuánto valen los diferentes bienes/servicios (unidad de cuenta). No hay que confundirlo con la renta (lo que ganamos trabajando + lo que recibimos en intereses y dividendos) ni con la riqueza (activos menos pasivos financieros) porque evita la polarización. Esta precisión tiene sentido porque primero, el Banco Central (BC) no es el emisor del dinero, pero sí el depositario de una parte de aquél (un cierto volumen de los depósitos a la vista que constituyen los denominados activos líquidos (de caja) del sistema bancario) porque el resto está en el crédito bancario. Segundo, el dinero bancario junto con el efectivo del público satisface la demanda -transaccional, precaución y especulativa- de los agentes económicos; y tercero, la fragilidad del dinero bancario recae en el riesgo de liquidez, de crédito y el de mercado. En este contexto, los “ecua-dólares” pueden ser usados en la medida que sean aceptados como medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta y siempre que el BC se obligue y responsabilice de asegurarnos que tiene el respaldo para ponerlos a disposición de los agentes para el funcionamiento de la economía del país.
De otra parte, el comportamiento de la tenencia de dinero y la preferencia por un medio de pago físico respecto de un pago electrónico depende, entre otros factores, de ser proclive al robo/asalto. De acuerdo a la Asobanca, la pandemia reconfiguró las preferencias y posicionó a los canales digitales, por ende, la seguridad, facilidad y eficiencia de los canales digitales son fuertes razones por las cuales los agentes económicos (empresas y hogares) se han reorientado a transaccionar mayores montos por estos medios apalancados por canal de internet. En 2022 se realizaron 929 millones de transacciones mediante los canales ofertados por el sistema bancario (+37,6 % frente a 2021) y los valores promedio por transacción entre 2019 y 2022 mantiene una tendencia decreciente (USD 420 vs USD 369) evidenciando no solo un aumento de transacciones sino se operan las transacciones más cotidianas. No deberíamos temer el uso del dinero electrónico en la economía ecuatoriana, si éste cumple sus funciones básicas. (O)