Un sentimiento muy personal y del cual, no se tienen dudas de que sea compartido por algunas personas, es la desesperación que nos embarga cuando analizamos las condiciones circundantes en lo referente a los temas de atención a nuestra ciudad. Bajo este contexto, no sabemos si es que es más grande la desesperación y letanía para que termine pronto este gobierno tibio y de resultados nulos para nuestra ciudad, o la esperanza de que venga el nuevo mandante y tenga un ligero miramiento para todas nuestras grandes necesidades que nos ahogan.
Simplemente no es concebible que nuestra ciudad sufra de desabastecimiento total de combustibles y no tengamos, en primera instancia una alerta que nos ponga sobre aviso de lo que iba a suceder, y, que pese a no haber tenido esta delicadeza con los cuencanos, hasta la fecha la entidad encargada del suministro de combustible, no haya emitido un comunicado oficial que nos dé a conocer lo que efectivamente sucedió en los días pasados; estos procederes a más de ser descomedidos, exponen la poca consideración y respeto que reinan en las esferas burocráticas hacia los azuayos.
No se trata de llover sobre mojado, pero si recordamos el abandono vial de acceso a nuestra ciudad, el retiro de las bombonas de gas, la escaza asignación de recursos por pago de deudas a nuestras entidades públicas, entre otros tantos hechos que no los vamos a tocar en estas escazas líneas, descubriremos que lo sucedido no se trata de un simple hecho aislado. (O)