El impacto de la agenda noticiosa vuelve a estremecer a la población. La fuga de dos personas privadas de la libertad de la cárcel de Cotopaxi, la denuncia de violaciones y abusos en el pabellón de mujeres en la cárcel de Quevedo, el amotinamiento y retención de gendarmes y policías en la cárcel de Turi, el atentado con coche bomba en las calles de Quito, cerca de las oficinas administrativas de la SNAI, el incendio provocado en el centro de reclusión juvenil de Quito.
Policías que investigan el caso León Troya que temen por su integridad física y piden protección y amparo a la CIDH porque aseguran que sus vidas corren peligro. Periodistas tienen que huir del país porque la polícía y el Estado no solo que oculta información sino que no ofrece las garantías que les den tranquilidad por sus vidas. Candidatos que cuentan con resguardo policial mueren a manos de sicarios o tienen que estar con resguardo policial y militar junto con chalecos antibalas ante el incremento de la violencia e inseguridad.
Las circunstancias en las cárceles, en la Policía o en la Fiscalía no son consecuencias aisladas sino el reflejo de una sociedad cuyos espacios de convivencia se han deteriorado. El reporte de la Corporación Participación Ciudadana, que abarca datos desde diciembre 2019 hasta julio 2023, menciona que solo en X (Twitter) se han identificado 14 676 mensajes violentos contra mujeres políticas que desempeñan cargos relevantes. Las cuentas más agredidas recientemente fueron las de Luisa González y Lavinia Valbonesi, que desataron las reacciones violentas en las redes sociales. Para la periodista Alondra Santiago, ser víctima del discurso de odio y la xenofobia ha sido casi algo cotidiano en sus redes sociales, sin embargo, hace pocos días, fue también víctima de agresiones e intimidaciones de manera presencial cuando un ciudadano se acercó a acosarla mientras ella estaba sola en un local público en Guayaquil.
Las barreras de lo virtual fácilmente se cruzan hacia lo off-line cuando se intensifican los discursos de odio y se naturaliza la agresión. Lo que nos deja es un listado de hechos de violencia que da cuenta de un Ecuador irreconocible.