Las nuevas tendencias de comunicación, amparadas por la tecnología, han trasformado la manera de cómo nos informamos. Mensajes en donde los puntos de vista abundan y “todo vale” se publican a la velocidad de la luz. Queda en el olvido las intenciones de informar, educar y solidificar un pensamiento crítico.
En esta realidad de los medios sociales es fundamental la práctica de la tolerancia como un principio de respeto a la opinión opuesta (al margen de estar de acuerdo o no), para así encontrar un punto de equilibrio, la unidad en la diversidad, que es en definitiva su esencia. Reconocer el concepto de unidad desde una nueva perspectiva es urgente, algo como, “unidad trascendental”, concepto que habla con reverencia de los principios universales de respeto, producto de las ideas ganadas en oración, meditación o profunda contemplación y compartir estas ideas, en base, al interés y habilidad de explorar la propia esencia de la realidad, más allá de los pensamientos expresados por cada cultura.
La directa apreciación de esta unidad trascendental es la visión y la unidad con el todo; que se manifiesta en nuestra realidad a través de la naturaleza y de cómo esta mantiene la vida en el planeta. Trascender hacia este pensamiento que se expresa libre de miedo o preocupación nos permite crear una realidad inmaculada, una tolerancia que no incluye al pensador, al actor o a la idea que defender; sino engrandece el momento sagrado del presente. Y es solo en el silencio desconectado del tiempo, la memoria y los pensamientos en donde se encuentra la paz de la unidad. Es allí en donde verdaderamente podemos: “estar en el mundo, sin ser del mundo» como decía Jesús.
Fortalecer espacios de convergencia es responsabilidad personal y una obligación para la gobernanza. (O)