La mayor parte de consultores políticos considera que, durante el “ballotage” o segunda vuelta electoral, el vencedor es quién menos errores comete, y parece que los candidatos presidenciales ecuatorianos, tomaron al pie de la letra esta recomendación, pues en el debate, realizado el pasado 1 de octubre de 2023, pocos fueron los aportes que realizaron.
Si bien es cierto, según se vio en las encuestas, en la primera vuelta el debate fue determinante, y tuvo relevancia, ahora, los participantes cuidaron las formas, y siguieron hasta el último detalle las sugerencias de sus consultores políticos: evitar la confrontación, realizar gestos que conecten con los jóvenes (“googleen jóvenes”, el uso del Tik Tok, inclusión de nuevas tecnologías, problemas relativos a adicciones y salud mental), llamados a la concertación, entre otros.
Sin embargo, la tónica fue lenta y lo más preocupante fue que, los candidatos realizaron propuestas que son de difícil ejecución en 18 meses de gobierno, por lo que se infiere que, opten por la reelección para cumplir con lo ofrecido.
El mensaje que trasmitieron los candidatos durante el debate debe ser leído sobre todo respecto a la gran cantidad de indecisos que aún tienen el país, no al voto duro; por ello, fueron claros los gestos, posiciones moderadas, e incluso respuestas “políticamente correctas”, con el propósito de alejarse de posiciones ideológicas extremas, o de actores políticos del pasado.
Si algo se debe agradecer de la organización de este segundo debate, es el rol que jugó la moderadora, Ruth del Salto, quién supo ocupar su lugar, y llevar de una manera eficiente y controlada este evento de inmensa trascendencia para la democracia del Ecuador.
Las “cartas” están sobre la mesa, y es momento que los ciudadanos ecuatorianos ejerzamos nuestro derecho al voto de una manera informada, priorizando el mensaje sobre la publicidad, y sobre todo buscando lo mejor para el futuro de la patria. (O)