Acuerdo nacional
Luego del triunfo de Daniel Noboa como nuevo Presidente de la República se multiplican las voces para lograr un gran acuerdo nacional, tantas veces pregonado, pero jamás concretado como consecuencia de la política visceral, de no reconocer errores, peor del temple para rectificar, más el imperio de los personalismos e intereses corporativistas.
Noboa, desde ya debe impulsar ese gran acuerdo entre todos los ecuatorianos. Los disensos, el dolor por la derrota electoral, las justas aspiraciones con miras a los próximos comicios, las diferentes concepciones sobre la política económica, no deben ser motivos para no sumar por el país.
La excandidata Luisa González, representante del correísmo, tras reconocer su derrota se mostró a favor de apoyar al Gobierno de Daniel Noboa, si bien con algunos condicionamientos, entendible por cuanto nadie puede renunciar a sus principios.
Se sobrentiende la buena intención de ese apoyo. Pero horas después, su mentor político, en su cuenta X lanzó señales de digerir la derrota con encono; hasta de seguir aprovechándose del magnicidio contra Fernando Villavicencio para justificar la pérdida.
Bien haría el presidente electo con presentarle al país un plan de acción emergente, motivando, exigiendo de alguna forma a los demás poderes del Estado, en especial a la Asamblea Nacional – próxima a funcionar – a ubicarse en el camino del desafío.
En relación al periodo anterior, interrumpido por la “muerte cruzada”, el reacomodo de las fuerzas políticas en la Asamblea será un termómetro para medir cuan interesados están los sectores políticos en busca de ese tan ansiado acuerdo nacional.
Y es allí donde Noboa debe comenzar a trabajar, no para hipotecarse, sí para lograr una mayoría, necesaria, urgente, tal como lo exige el país y evitarse pugnas, trabas e inestabilidad.
Las durísimas condiciones del Ecuador no están para abandonarse en las mieles de la victoria, ni a esperar la posesión.