En los procesos del conocimiento y de la invención se anota como un punto de relieve la inteligencia artificial, producto de la investigación científica y de la revolución tecnológica que desde siglo XX aporta a la humanidad el mundo universitario y los científicos dedicados a la neurociencia.
Las ciencias de la computación desarrollan la capacidad cognoscitiva e intelectual mediante sistemas informáticos que combinan algoritmos en un complejo de máquinas que imitan la inteligencia natural y cuyo objetivo es coadyubar al proceso de investigación y formulación de respuestas peculiares del ingenio humano.
Siempre dentro de la autonomía ética de la voluntad personal, la Inteligencia artificial debe ser una respuesta de la tecnología en términos de eficiencia laboral, de servicio profesional y en una perspectiva objetiva un instrumento de soluciones al ofrecer respuestas a interrogantes y acciones con resultados de alta precisión.
En el diseño informático de la comunicación, de la economía y negocios, los planes arquitectónicos o los cálculos matemáticos en la construcción de edificaciones y planificación vial como en la investigación y diagnóstico de las enfermedades, su tratamiento y realización de operaciones de compleja cirugía, constituye un instrumento de valioso soporte.
Las universidades hacen lo suyo y por lo que me consta de forma directa la aportación de la Universidad Católica de Cuenca con su Dirección de Neurociencia y las actividades de sus hospitales docentes en Cuenca y Azogues, al igual que con la Informática Jurídica y las carreras de Ingeniería y Arquitectura, en Ciencias de la Educación, Química, Agronomía, Economía y Administración que llevan adelante un proceso sostenido de excelencia académica.
Destaco este rol porque es un valioso aporte del alma mater que sigue las pautas del conocimiento científico y creación tecnológica, con indudable proyección, para la sociedad nacional y Cuenca en especial. (O)