La expresión coloquial la hemos escuchado cuando el resultado de alguna gestión fue insuficiente ya sea porque llegó tarde, se hizo mal o incluso no llegó a ejecutarse nunca. El viejo Ecuador, parafraseando al presidente Noboa, se ha caracterizado por esta expresión. Por ello sorprende que en la reciente tragedia que enluta al Ecuador y particularmente a una familia en el Guasmo Sur, la respuesta del Estado al parecer llega tarde.
Tarde porque a la presidencia le toma un poco menos de 20 horas responder con un mensaje escueto para reafirmar que no se va a permitir la impunidad, frase ya escuchada por la ciudadanía. Sin embargo, no hubo novedades sobre el plan Fénix, sobre las siguientes acciones, ni resultados en seguridad. No era necesario esperar 20 horas para solo escribir un mensaje de indignación.
La respuesta ciudadana fue notoria. Ante el silencio gubernamental, en medio del dolor de la tragedia humana, se hizo presión en redes y medios sobre la urgencia de encontrar soluciones para cambiar la estadística de niños asesinados, quizá la consecuencia más grave del abandono del Estado.
Esta vez la respuesta llegó tarde. Como solía pasar en el viejo Ecuador. Sería un error que el gobierno nos deje la impresión que además de llegar tarde, lo haga mal, sin estrategia ni hoja de ruta. Que el plan de seguridad que, al parecer sigue siendo secreto, tenga una mala ejecución o nunca haya existido. Llegar tarde puede ser disculpado, que se ejecute mal su estrategia de seguridad o que de plano el Estado nunca llegue a atender este clamor popular sería imperdonable. (O)