La connotación negativa de un villano como opuesto a los héroes de películas de fantasía, está lejos de lo que originalmente era un villanus. Esta palabra en latín, hacía referencia al hombre de campo, al rústico, al pagano y de “poca cultura.” Era el hombre de pueblo que vivía en villas medievales pero que hablaba en poesía por su transitar y luego, se les dieron melodías a esas habladurías para cantarlas y popularizarlas entre España y Portugal.
Y entonces, los villanos de las villas, quienes cantaban para celebrar, fueron motivación para transmitir mensajes entre los habitantes y sobre distintos temas, dar de qué hablar. Este hecho fue aplicado por la Iglesia para propagar la fe. Si tomamos los cánticos, notaremos que son composiciones poéticas en los libros sagrados. Y entonces, el villancico, nació de esa combinación de villanos (pueblo) cantando estribillos formados con la Palabra de Dios, apegándose cada vez más a la Navidad.
La transmisión de cultura, entre otras formas, ocurre por transmisión oral: contarse de unas generaciones a otras, las tradiciones. El villancico llegó a nuestro continente con la colonización, pero en Ecuador, y algunos países vecinos, estas creaciones mantienen elementos andinos, propios. Nuestros villancicos guardan el ritmo de albazos (que su nombre hace referencia a las cantadas al amanecer, el alba) y sanjuanitos (que provienen también de una relación a la fiesta religiosa de celebrar a San Juan Bautista). Compartir de mayores a menores estas melodías y ritmos, han permitido que persistan los villancicos en el tiempo. Estas melodías navideñas son mundiales, cada país tiene una propuesta diferente, un compás distinto al andino, como“Noche de Paz” de origen austríaco o el “Jingle Bells” anglosajón.
Si asiste el próximo domingo al hermoso “Pase de El Niño Viajero”, preste atención a la música que acompaña a las recreaciones del pesebre, a los momentos como la anunciación del nacimiento por parte del Ángel de la Estrella, a los carros alegóricos, a los grupos folklóricos que presentan sus danzas. Podrá identificar ritmos muy nuestros, que han perdurado para el bien de nuestra cultura y también la fe. Notará entonces, que los villancicos, vuelven a su origen, a ser cantos del pueblo, en este caso, de los villanos de nuestra Cuenca. (O)