Naciste en un hogar manso, recatado, sin ninguna opulencia económica, pero si llena de una inconmensurable riqueza espiritual, donde tus padres y abuelos a más de compartirte valores y principios, a través de su trabajo tesonero y honesto, te dieron una vida sencilla, digna y te convirtieron en una madre, esposa, hija y hermana ejemplar. Sin perder ese carisma de honradez, dulzura y bondad, te sacrificaste para que a tus descendientes nos les falte la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos, como es la educación, amén de la probidad, responsabilidad y honorabilidad. Según José Saramago, la vida no es más que un largo viaje, con muchas estaciones, y en cada una de ellas se van quedando los pasajeros. Hoy te toco quedarte a ti, porque así son los designios del ser supremo, y lo tenemos que aceptar; pero estoy consciente y seguro que te faltó transitar otras estaciones, donde probablemente te hubieras deleitado bebiendo de las mieles y cosechando los frutos que sembraste. Nunca olvidaré y traigo a la memoria las penas y los momentos de sana alegría que juntos compartimos en familia; como olvidar tu imagen risueña, sincera y bondadosa para con tus allegados, y sobre todo para con el prójimo, de quienes reservadamente siempre estabas pendiente. Es que no me resigno, es más, es injusto que el señor te lleve en forma tan prematura; pero en medio del dolor que nos embarga tu partida, nos queda la resignación de pensar que el todopoderoso te llama porque hasta en el cielo hacen falta personas con tu integridad. Sí, júntate con tus abuelos, tíos y más familiares que te están esperando, y aboguen para que este controversial mundo recupere la paz, la justicia y la equidad. Nos duele en el alma y difícilmente aceptaremos tu partida, peor si desgraciadamente se trata de la pérdida de personas tan virtuosas como Tú. Sabemos que tu ser retornó físicamente al ser, pero te afirmo que vivirás espiritualmente con nosotros a cada instante. Estoy seguro que tu viaje no desaparecerá en la inmensa oscuridad de la muerte definitiva, es por eso que tu espíritu siempre nos hará placentera compañía y nos seguirá haciendo soñar paraísos a tu sombra!
Adiós mi “pollito” del alma… (O)