En los baúles donde se guarda parte de los libros ya leídos tras quedarse dando vueltas en la memoria, porque ya no caben en los estantes de la pequeña biblioteca casera, encontré ejemplares de un Semanario que en 1970 circuló en Santa Isabel, que este 20 de enero de 2024 cumple 79 años de cantonización.
Se llamó El Yunguillano. Su slogan: “Semanario Popular Independiente”. El primer número apareció el 22 de noviembre de 1970. Su costo: 4 reales.
Su primer editorial terminaba con este sablazo: “Finalmente, debe saberse que no tenemos compromiso con nadie, ni nada nos arredra”.
Sus fundadores: Rodrigo Palacios (+), a la vez su primer director; Alberto Quezada Ramón, Juan Parra Albarracín (segundo director), Iván Orellana Cabrera, autor del logotipo (un cañicultor levantado su machete) y de otras ilustraciones.
Su impresión en mimeógrafo fue todo un desafío. Les costaba noches enteras en el taller del radiotécnico Alex Orellana, amén del sacrificio económico, pues el cabezote se imprimía en Cuenca. Y eso que apenas eran dos hojas. Un apenas no despectivo dada la laboriosidad con la que era manejado aquel aparato, una proeza en aquellos años.
Entre los colaboradores cuenta Sergio Valverde, cuyo seudónimo fue SERVAL, un maestro de escuela, como Rodrigo Palacios, dedicado a la historia y literatura.
Gonzalo Muñoz escribía sobre agricultura. Gilberto Bonilla Alvarado levantaba los textos y atesora los ejemplares.
Eran tiempos de seudónimos: “Chupacaña” (Rodrigo Palacios). Su columna, Avispero, fue un acopio de latigazos, matizados de ironía, humor y valentía, mucho más porque comenzaba la Reforma Agraria, y Yunguilla era de grandes hacendados con poder y dinero.
“Milton Yunga” era el de Alberto Quezada, expresidente de la FEUE. Escribía sobre temas médicos, poesía y artículos, más los escritos de Juan Parra, todos ellos, remezones para aquellos tiempos.
Una apretada síntesis por ese gran oficio que lo cultivaron personajes en calidad de corresponsales-columnistas de diarios como El Mercurio, entre ellos Alberto Durán Chica y Moisés Romero; Remigio Gómez (El Tiempo); por quienes hicieron El Yunguillano; por los que lo leyeron; por los anunciantes (peluquerías, almacenes, consultorios médicos, sastrerías, bazares, panaderías, la única gasolinera, servicios de radiotécnicos, boticas, etc.); porque ese Semanario es parte de la historia de Santa Isabel, a lo mejor olvidada por las actuales generaciones, menos por aquellas que se fueron y vuelven de vez en cuando así sufran el desarraigo, o nunca. (O)