Es connatural al ser humano perseguir dos cosas en su vida: la verdad y la felicidad. La búsqueda de la verdad ha hecho posible multitud de descubrimientos, la ciencia, la filosofía, la teología; en tanto que el anhelo de felicidad, al recreo, el confort y la prosperidad. Empero, ambas conllevan en nuestra existencia una carga negativa: el desengaño y la frustración, cuando éstas han perdido su ruta.
Hoy hablaré sobre la FELICITAS o felicidad respondiendo a tres preguntas: ¿Qué es?, tipos de felicidad y ¿cómo construirla?
¿Qué es la felicidad? Existen diversas definiciones, pero todas coinciden en esto: es el estado emocional de bienestar que una persona experimenta cuando ha alcanzado sus metas. Otros dirán que es un estado ánimo positivo, vinculado con los aspectos subjetivos del individuo, manifestado de maneras muy distintas, de acuerdo a la personalidad y al carácter.
Esto en realidad es así y da pie para hablar de tres tipos de felicidad: la ficticia, la verdadera y la plena. La FICTICIA tiene como única meta el poder, el placer y el tener. Para alcanzarla no se mira a nada ni a nadie. Los valores humanos son despreciados y la corrupción es el mejor vehículo. Es una felicidad aparente, no integral; no cubre las dimensiones física, anímica y espiritual de su personalidad. Vive en tensión, siempre huyendo y termina mal. Pensemos en los ciudadanos Escobar y Norero. Tenían todo, menos paz y armonía.
La felicidad VERDADERA se afinca sobre lo que llamamos virtudes teologales (fe, esperanza, amor) y cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). Esta felicidad es la que propiamente conduce a eso que hemos dicho: “un estado de bienestar emocional en sus tres dimensiones: corporal, anímica y espiritual”. Lo malo es que es temporal. Aquí en este mundo, la felicidad verdadera siempre convivirá con el sufrimiento, el dolor, y la angustia. De ahí que sea necesario anhelar una felicidad PLENA, que para los que tenemos fe, se dará en el cielo, en esa realidad misteriosa que no acabamos de comprender pero que nos atrae.
Para terminar, me hago esta pregunta ¿Puede darnos Dios la felicidad aquí en la tierra? La respuesta es NO. Lo que Dios nos da en abundancia, junto con su gracia, son los materiales y las herramientas para construirla. Ésta depende de cada persona. No olvidemos que somos seres libres. (O)