Madrid.- Es magia, brujería y superstición pero también tradición y una reivindicación de la fuerza de las mujeres. «Nunca hay que olvidar de donde vienes», asegura Cristèle Alves Meira sobre su ópera prima, ‘Alma viva’, con la que opta al Goya a mejor película iberoamericana, en la primera nominación para Portugal.
Francesa de origen portugués, Alves rodó la película en Trás-os-Montes, la región del noreste de Portugal de donde procede su madre y donde ella ha pasado todas sus vacaciones de verano, Pascua o Navidad. «El pueblo de mi madre está no lejos de España, apenas a 30 minutos», explica Alves en una entrevista telefónica.
«La película se ha inspirado en las historias que yo escuché en mi infancia, del pueblo y también de la región. Con ‘Alma viva’ quería testimoniar la energía de esa región de carácter montañero (…) Son memorias muy personales e íntimas», señala.
Tan personal es la película que la protagonista es su hija, Lua Michel, que contaba solo con ocho años durante el rodaje y que hace un trabajo espectacular como Salomé, la niña que regresa de vacaciones al pueblo de su familia, donde vive su adorada abuela, y que se tiene que enfrentar a los odios, rencillas vecinales y al peso de las almas y de los espíritus.
«No estaba para nada previsto, estaba embarazada cuando empecé a escribir el filme», recuerda la cineasta, quien opina que para la pequeña fue fácil meterse en el papel porque la historia trata de un mundo de magia, brujería, rituales que se asemeja a las leyendas o cuentos, al lenguaje de películas del estilo de Harry Potter.
Lo más difícil fue el tema del duelo que centra parte de la película, pero rodarlo les permitió «romper el tabú de la muerte», algo que Alves considera muy interesante para el proceso de educación de su hija.
Michel ya trabajó anteriormente en otros cortometrajes, varios de ellos rodados en la misma región de Trás-os-Montes, una zona llena de rituales paganos, cultura celta y una fuerte relación con la naturaleza que han marcado su vida y su trabajo.
«En mi familia -reconoce- creemos en el poder de las plantas, de los espíritus. Yo no tenía una abuela como la de la película, pero siempre escuché hablar de maldiciones, de relaciones complejas entre familias…».
Es algo que pasa allí pero en muchas otras partes del mundo, también en Francia, donde ella vive. Eso hace que la pequeña y local historia de ‘Alma viva’ tenga un carácter claramente universal y es lo que cree Alves que llamó la atención al Festival de Cannes, donde participó en la Semana de la Crítica, o a la Academia del cine luso para seleccionarla para los Goya.
Pero la película no se queda solo en esa magia. Utiliza ese mundo tan especial para hablar de la cultura patriarcal, del papel de las mujeres, acusadas de brujería por salirse un poco de las normas, por dejar que aparezca el lado oscuro de su personalidad.
Y, sobre todo, de la relación entre vivos y muertos. «Los vivos cierran los ojos de los muertos y los muertos abren los ojos de los vivos», dice uno de los personajes de la película, que habla de esas «creencias más antiguas y arcaicas»
«Se trataba de mostrar que es mi herencia de una tierra que dicen que es inculta». «Pero nunca hay que olvidar de donde vienes», agrega convencida.
Una película que sirve de toque de atención a una sociedad en la que la gente está cada vez más sola pese a la hiperconectividad a través de internet y de las redes. «Necesitamos un poco más de poesía, de lirismo, de aventuras», opina Alves, feliz de poder seguir dando visibilidad a su película con la nominación al Goya.
El filme competirá por el Goya a la mejor película iberoamericana con otras cintas de Chile, Puerto Rico, Argentina y Venezuela.
«Nunca pienso en el resultado, solo siento la necesidad de hacer una película». Y aunque estaría feliz de ganar el Goya, afirma entre risas: «Siempre me preparo para un desastre». EFE